Por Gabriel Cocha para PDC 

¿Qué haces cuando buscas una escuela para tu hijo? Seguramente querrás, por sobre todas las cosas, una línea de enseñanza y a partir de ahí te enfocas en que le enseñen bien, que lo preparen para el futuro, que pueda expresarse, que sea libre y que lo formen como persona.

En básquet, buscamos lo mismo y como pueblo basquetbolero muchas veces nos preguntamos, nos comparamos y también buscamos una similitud con algún país del estamento basquetbolístico mundial.

Que somos de la escuela yugoslava decimos. Esa que te perfila como jugador a través de una incansable y repetitiva ejecución del fundamento, hasta que duela, hasta que sangre. En el medio de esa búsqueda, mirando hacia los países bajos, apareció en una época ochentosa Ranko Zeravica y los jugadores top argentinos de aquellos tiempos nos decían que el tipo era todo lo que estaba bien. Disfrutamos en el mundial del 90 en nuestro país a uno de los más gloriosos equipos de basquetbol de la historia y veíamos incrédulos  a Petrovic, a Divac y al joven Tony Kukoc derrochar talento en el mismísimo Luna Park.

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