ESTADOS UNIDOS - La atleta de élite Gabriele Grunewald que se dio a conocer por su perseverancia en la competición deportiva a pesar de padecer un raro cáncer con metástasis, murió este pasado martes en Minneapolis (EE.UU.) a los 32 años. Su marido, Justin Grunewald, ha confirmado la defunción de Gabe a través de las redes sociales.

“A las 7:52 dije: ‘No puedo esperar a volver a verte. A mi héroe, a mi mejor amiga, a mi inspiración, a mi esposa”, ha comentado Justin Grunewald en su cuenta de Instagram, donde también ha escrito refiriéndose a su difunta mujer: “Siempre me sentí como si fuera Robin de Batman y sé que nunca podré llenar este enorme agujero en mi corazón o llenar los zapatos que dejas aquí”.

El cáncer irrumpió en su vida el 10 de abril de 2009. Al día siguiente de recibir el diagnóstico –un carcinoma adenoide quístico en las glándulas salivales- la atleta batió su mejor marca en los 1.500 metros. En aquella ocasión consiguió ganarle la carrera a la enfermedad, pero ésta volvió a reaparecer tres veces más a lo largo de la última década. A pesar de ello, Gabe se convirtió en una de las mejores corredoras de la NCAA (segunda en División I) llegando a competir en el Mundial Indro de Sopot de 2014.

La primera intervención a la que se sometió Grunewald fue para extirparle un tumor en el cuello, que le dañó un nervio facial, lo que no le impidió sonreír cada vez que pisaba la línea de meta. De hecho, en las carreras en las que participó en los últimos tiempos era fácilmente reconocible por la cicatriz que atravesaba su abdomen, para ella, una señal de su capacidad para combatir la adversidad y animar a otras personas a seguir su ejemplo.

gabriele anderson grunewald on Instagram: “Gonna need you guys to send me some extra #Brave vibes tonight as I am so, so very bummed that I won’t be able to make it to the…”

La mediofondista nunca escondió su enfermedad y hablaba de ella con naturalidad: “Cuando me diagnosticaron cáncer por primera vez, intenté priorizar las cosas de la vida que me gustaban y, por eso, quise centrarme en ser tan buena atleta como pudiera”, declaró Grunewald. “Antes del cáncer era una corredora universitaria más o menos decente, pero estaba muy lejos del nivel profesional en el que estoy ahora”, reconocía.

En 2011 los médicos volvieron a diagnosticarle la enfermedad, aunque en esta ocasión padeció un cáncer papilar tiroideo. Poco después, se presentó a las pruebas para intentar convertirse en atleta olímpica y, de hecho, se quedó a las puertas de participar en los Juegos Olímpicos de Londres 2012. Al cabo de dos años llegó a ser campeona de Estados Unidos y mundialista. Para los Juegos Olímpicos de Río 2016 volvió a probar suerte, pero tampoco consiguió clasificarse.

Poco después el cáncer regresó en forma de tumor cancerígeno en el hígado, por lo que fue intervenida y tuvo que someterse a un tratamiento por la metástasis. Esta fue la última carrera de la mediofondista contra el cáncer que no ha impedido que pasara a la historia como un ejemplo de perseverancia para otros atletas que sufren la enfermedad y que siempre recordarán su lema “Brave Like Gabe” (valiente como Gabe), el nombre de su fundación contra el cáncer.

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