En el barrio Presidente Perón de Trelew hay carteles con mensajes de bienvenida para el campeón. Lo reciben como a un héroe. Y el reconocimiento es justo: poco importa el resultado deportivo -que indica que el 27 de diciembre, en la ciudad nigeriana de Ibadán, perdió en fallo unánime tras 10 rounds contra el local Ridwan Oyekola– cuando lo que se estuvo a punto de perder es la vida. “Fue un milagro de Dios, porque tenía el 80 por ciento del cuerpo muerto”, asegura hoy, después de dejar atrás diálisis, cánulas, respiradores y 43 días en terapia intensiva por contraer malaria durante esa maldita pelea en el África. TERMINA DE LEER ESTA NOTA HACIENDO CLICK ACA

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