Lucas Caballero, más conocido como "Kaká", fue uno de los integrantes de la banda Wachiturros. Aquella banda que surgió en el 2011, oriunda del barrio de Morón de la provincia de Buenos Aires, tuvo su pico de fama gracias a sus peculiares pasos de baile, las letras de las canciones, la ropa con la que se vestían y también por ser protagonistas de grandes escándalos. La banda tuvo una actividad de aproximadamente dos años y terminaron alejándose de la escena mediática. 

Lucas cumplió el sueño de alcanzar la fama mundial siendo tan solo un adolescente. “Nosotros tuvimos fama de verdad. Fuimos un antes y un después en el mundo de la cumbia. Vos fíjate que todas las bandas que salieron ahora hacen lo que hacíamos nosotros: remix”, explicó sin pelos en la lengua.

Cómo Lucas dejó la fama de los Wachiturros y se volcó a la Iglesia

Kaká estuvo este martes en el piso de "Nosotros a la Mañana" (eltrece), y habló de su historia personal haciendo referencia que en su infancia sufrió bullying. “Somos seres humanos de carne y hueso, tenemos emociones. Pasamos por cosas buenas y por cosas malas. Esas cosas malas yo las tenía en mi corazón y no encontraba con qué desahogarme”, admitió.

Durante la entrevista, el ex Wachiturro contó que en ese momento de fama llegó a pensar: “¿Qué onda con esta vida de m... que no puedo ser feliz?”. Según él, se cuestionaba porque no entendía el vacío que sentía. En el medio, tuvo que llevar adelante la lucha contra las adicciones y las ganas de dejarlo todo. “Llegué a tocar fondo”, se sinceró.

El ex Wachiturro que luchó contra las adicciones y ahora es pastor evangélico

“No le encontraba sentido a la vida ni a todo lo que hacía: El día que fuimos a lo de Susana Giménez hicimos el pico de rating más alto, superando a Justin Bieber. Llegué a mi casa y me puse a llorar”, reveló, con la marca de las luces todavía en los ojos.

En un intento por conectarse con su espiritualidad, al llegar del estudio de televisión se arrodilló y agradeció que iba a conocer Europa. Y no pudo terminar la frase porque le agarró un nudo en la garganta, que interpretó como una señal de Dios.

Luego, lo invitaron a la iglesia. Tras dejar los prejuicios y el resentimiento que sentía, pudo escuchar la palabra del pastor y sintió que estaban hablando de su vida. “Cuando uno realmente se atreve a probar a Dios... Él es un experto en cerrarle la boca a cualquiera. A mí no me la contó nadie. Yo lo experimento a Dios y a través de eso trato de dar un mensaje a los jóvenes de esta generación”, cerró.

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