Tras las huellas boer: documentalistas sudafricanos exploran la historia afrikáans en Chubut
El afrikaans es una lengua muy pequeña que se habla en Sudáfrica, pero solamente en otra comunidad del mundo también se habla: en Chubut", dice Adam Heyns al contar por qué decidieron viajar de Sudáfrica al sur de la Patagonia para estudiar a los migrantes boers que mantienen costumbres, tradiciones y hasta la lengua de su país de origen. El equipo de Voet Spore, dirigido por Johan Badenhorst, hace dos semanas que está en la provincia, trabajando en una serie documental que mostrará a esta comunidad chubutense y su historia.

El viento patagónico se siente en los huesos en esta época de junio, pero la calidez del encuentro borra cualquier sensación de frío. En una cocina de Rada Tilly, el aroma de la cocina llena el aire. Un grupo de las damas de la asociación cristiana de mujeres, que administra el Museo de los Sudafricanos en la villa balnearia, despliega recetas de un libro que para ellas es mucho más que un regalo: “Kook en Geniet”.
Es una tarde especial; ellas hablan, ríen y cocinan en afrikáans, una lengua que suena extraña y familiar en estas latitudes. Adam Heyns y su equipo filman cada detalle, y no por casualidad. Ellos cruzaron el océano para documentar esta rareza cultural: la supervivencia de su cultura, su idioma y su historia en el sur de la Patagonia, a más de 10.000 kilómetros de casa.
“Toda la historia de mi gente, en Chubut, es muy raro para nosotros”, confiesa Adam a ADNSUR. “Para los franceses o los alemanes, encontrar gente que habla su idioma en otro país es normal, pero el afrikáans es una lengua muy pequeña y que se hable aquí es raro, porque es un dialecto congelado en el tiempo”.
El cineasta tiene 35 años y forma parte del equipo Voetspors, una productora de documentales de aventura muy popular en Sudáfrica que lidera Johan Badenhorst. Mientras Adam habla, Johan mira unos metros más atrás. Él es el único que habla un poco de español y encabeza la charla.
El equipo está integrado por cuatro personas. Además de Adam y Johan, está Stefan Sonnekus y James Robb-Botha. Hace dos semanas están recorriendo la provincia, visitando lugares y conociendo a personas que aún hoy, en pleno siglo XXI, hablan afrikaans en el sur de la Patagonia. Estuvieron en Comodoro, Rada Tilly, Sierra Chaira y ahora están en Esquel, para luego continuar en Sarmiento y más tarde volver a Rada Tilly, previo a partir a Buenos Aires. Su misión es producir una serie documental de tres capítulos de una hora sobre esta remota comunidad de Chubut.
DE SUDAFRICA A LA PATAGONIA
La llegada de los boers a la Patagonia se dio a principios del siglo XX. Luego de la Segunda Guerra Anglo-Boer (1899-1902), que vio a miles de boers —descendientes de colonos holandeses en Sudáfrica— confinados en campos de concentración, muchos decidieron buscar un nuevo comienzo y el gobierno argentino, con su política de inmigración abierta, les ofreció una oportunidad.
Cuenta la historia que el primer contingente llegó en 1902 y se estima que hasta 1908 llegaron alrededor de 600 colonos que se dedicaban principalmente a la producción de lana y, en menor medida, a la actividad agrícola. Puerto Madryn, Comodoro Rivadavia y Sarmiento fueron algunos de los pueblos que cobijaron a los colonos.
Los primeros en llegar a esta zona fueron las familias Braumman, Behr, Coutler, Merillac, Calvert, Cook y Greyling. Luego, en 1903, llegaría otro grupo liderado por Conrado Visser y, dos años más tarde, otro encabezado por Martín Venter.
Los colonos sudafricanos echaron raíces en estas tierras y construyeron su propia historia, siendo una parte fundamental del crecimiento de la ciudad. Aún hoy, al costado de la catedral, se mantiene en pie la antigua Iglesia Reformada, el primer templo que tuvo Comodoro Rivadavia y donde mantuvieron sus tradiciones y su lengua.
Precisamente eso llamó la atención de este equipo que, por segunda vez, llega a la zona. Es que en 2022 ya estuvieron en estas latitudes y filmaron un solo episodio sobre la comunidad de Comodoro. El mismo fue tan popular en Sudáfrica que decidieron volver para una serie completa. “Hay una fascinación por esta comunidad afrikáans con la que no tenemos otra conexión. Mi madre es de apellido Botha, pero es raro ver nombres como José Botha o Esteban Van der Merwe. Los apellidos son nuestros, pero los nombres son de aquí. Entonces hay mucho interes”, dice Adam, tratando de reflejar lo que significa para ellos.
El trabajo del equipo de Voetspore va más allá de las entrevistas. Se trata de una inmersión total. Para lograrlo, contaron con la ayuda de Karina Thomas, descendiente de sudafricanos y gerente de la Comisión de Actividades Infantiles (CAI), el club de fútbol comodorense que ha proyectado decenas de jugadores al fútbol argentino.
Para Karina trabajar en este proyecto es algo especial, porque es otra forma de “mantener vivas nuestras raíces y nuestras costumbres”, dice con orgullo. “Y lo que trate de hacer es armar actividades con distintos descendientes para que cada uno pueda mostrar cómo se mantiene la cultura acá”.
Gracias a su coordinación, los documentalistas han capturado la esencia de la vida boer-patagónica. En “El Trahuil”, que ofició de set de filmación, registraron a Daniel Botha y a su esposa Juanita bailando una danza tradicional sudafricana, como si estuvieran en un galpón de campo. Nito Van Der Merwe fue el músico, tocando en vivo, y también el anfitrión en la estancia que tiene en Sierra Chaira, donde pudieron ver cómo vivían los colonos sudafricanos a principios de siglo.
Allí comieron milanesas de guanaco, observaron las ovejas y el funcionamiento de los molinos de viento. Además, Nito llenó la tarde con canciones en afrikáans, con su voz y su acordeón resonando como un eco del pasado.
“La fe es uno de los legados más importantes que trajo la comunidad y que siguió manteniendo”, comenta Karina, al contar que también visitaron la Iglesia Reformada, donde en el pasado se realizaban cultos en afrikáans. Además participaron de una peña criolla y una milonga en “El Recodo”, para adentrarse en las tradiciones argentinas, y visitaron la CAI, el club donde Karina trabaja, siendo una referente del fútbol argentino por su rol de mujer y gerente.
Para la comunidad Boer la visita del equipo de Voetspore es un acontecimiento muy emotivo, dice Karina. “Es muy especial que vengan porque todos los que vivimos acá tenemos familia en Sudáfrica que nos va a ver hablando, cocinando, bailando. Entonces es como unir a las familias de acá con sus antepasados, es una manera de generar un lazo y estar un poco más cerca. Y el hecho de que graben todo es mantener vivas nuestras raíces”.
Por supuesto, en las personas mayores es aún más movilizante, por todo lo que representa. “Para la gente de 83 u 85 años, ser protagonistas de algo así los llena de emoción. Que los pongan frente a una cámara, que les permitan hablar en su idioma nativo, es muy especial”, asegura.
Así, el documental se convierte así en un archivo vivo, un testamento audiovisual que preserva la historia más allá de la memoria oral.
Por estos días, el viaje del equipo continúa en Esquel, donde participarán de diferentes actividades. Luego será momento de volver a Ciudad del Cabo para editar el material y que llegue a la pantalla. Se espera que se estrene en octubre de 2026, para luego estar disponible en YouTube. Así, al otro lado del mundo, podrán ver cómo se mantienen las tradiciones sudafricanas en el sur de Chubut, una tierra que cobijó a migrantes que supieron mantener sus tradiciones y su lengua, la huella que une a un pueblo más allá de la distancia.
