Conocieron Comodoro gracias a un amigo que debía cobrar un juicio y terminaron creando una de las sandwicherías más conocidas de la región. Beatriz Porta admite que cuando llegó a la ciudad no le gustó. Sin embargo, el paso del tiempo, los años y el cariño de la gente hicieron que hoy sea todo distinto. “Ahora quiero mucho a Comodoro”, dice con una sonrisa.

Beatriz es la creadora de “La Imperial”, la histórica sandwichería de Comodoro que se convirtió en una marca registrada. Junto a su hija, Laura Marinelli, y con ayuda de sus nietos, cuando vienen de vacaciones, aún atiende el local en la esquina de Alvear y Aristóbulo del Valle. “Tengo que venir para ayudar, pero es algo lindo, porque el local es nuestra vida”, dice con orgullo.

Beatriz, Laura y Martín junto a una parte del equipo de trabajo. Foto: ADNSUR.
Beatriz, Laura y Martín junto a una parte del equipo de trabajo. Foto: ADNSUR.

UN COMERCIO CON HISTORIA

La Imperial hace más de 34 años que forma parte de la vida comercial de Comodoro Rivadavia. La sandwichería fue fundada por Beatriz y Nelson, su marido. Unos años antes, ellos habían llegado a Comodoro buscando escapar de la crisis laboral que había en Chañar Ladeado, un pequeño pueblito de Santa Fe, ubicado a 162 kilómetros de Rosario.

Beatriz aún recuerda ese día de junio en que llegó a lo que sería su nueva casa. El frío y el viento “no eran como ahora” y lo sintió. “Llegamos a Trelew y yo ya me quería volver”, rememora a la distancia entre risas.

Beatriz es el motor de La Imperial dice Laura, orgullosa del trabajo que ha realizado su madre. Foto: Archivo familiar.
Beatriz es el motor de La Imperial dice Laura, orgullosa del trabajo que ha realizado su madre. Foto: Archivo familiar.

La familia llegó a la ciudad petrolera casi por obra del destino. Un amigo, abogado, tenía que venir a cobrar un juicio y, como en Chañar la situación estaba bastante complicada, decidió invitarlo a Nelson. Beatriz aún lo recuerda: “Le dijo: ‘Marinelli, ¿no querés venir conmigo a Comodoro? Tengo que ir a cobrar un juicio’. Me acuerdo que empecé a llorar a cuentas porque dije: ‘nos vamos a ir a vivir a Comodoro’. Yo sabía que a él le gustaba todo lo que había acá, otro tipo de trabajo, una ciudad grande”.

Y dicho y hecho. Cuando regresaron, Nelson quiso probar suerte en la ciudad petrolera. Primero se vino con Claudio, el hijo mayor del matrimonio, y un mes después se sumaron a la aventura Beatriz y la cuarta integrante de la familia.

Beatriz y Juan en sus primeros años en Comodoro. Foto: Archivo familiar.
Beatriz y Juan en sus primeros años en Comodoro. Foto: Archivo familiar.

Por ese entonces, Laura tenía solo 14 años y todo lo veía distinto. “Para mí no fue tan feo venir, porque enseguida me hice amigas en la escuela”, cuenta a ADNSUR. “Al tiempo fui de nuevo para allá y como que me dieron ganas de quedarme, pero volví y acá estamos y me gusta”, dice con una cálida sonrisa la mujer, madre de Gabriel, Martín y Carolina, los nietos que ahora siguen el legado de La Imperial.

¿Y SI PONEMOS UNA FÁBRICA DE SANDWICHES?

Laura terminó la secundaria en el Instituto María Auxiliadora (IMA), la escuela de monjas que este año cumple un siglo de vida. Cuenta que, cuando llegaron, su familia vivió frente al Patagón y luego alquiló en el barrio Pueyrredón. Nelson, en tanto, se dedicó a la mecánica, hasta que un día le ofrecieron una panadería.

“Era una panadería donde había un horno y una máquina para hacer el pan”, recuerda Beatriz. “Era un proyecto de panadería, en realidad”, suma entre risas. “Pero a él le gustó la idea y empezamos. Después alquilamos este local y me acuerdo que me dijo: ‘¿Y si ponemos una fábrica de sándwiches?’ Yo dije: ‘yo sé que la voy a hacer andar, pero me voy a esclavizar’ y dicho y hecho. Me esclavicé, pusimos venta al público hace 34 años e hice andar la panadería”, dice Beatriz.

Los inicios no fueron sencillos. Beatriz lo recuerda y ríe. “La idea era que él hiciera la elaboración y yo el mostrador, pero no fue tan fácil. Al principio, los primeros panes que me trajo parecían mondongo”, dice entre risas. “Él los hacía y yo los tiraba. Después le agarró la mano y le salían riquísimos, pero eso no se me borra”.

La comerciante asegura que, en los inicios, también costaba llegar al cliente gente. A veces, ella se quedaba toda la tarde atendiendo y no entraba nadie. Sin embargo, poco a poco, esto fue cambiando y el negocio comenzó a crecer.

“Al principio no entraba nadie. Yo me quedaba toda la tarde y no venía nadie, hasta que después empezó a venir la gente”.

En esos tiempos, La Imperial abría temprano, cerraba al mediodía y continuaba por la tarde. “A veces nos quedábamos hasta las 10 de la noche”, recuerda Beatriz. Cuando recuerda aquellos tiempos, también nombra a Iris, aquella empleada que trabajó antes en Sabrosito y que se sumó a La Imperial cuando cerró el antiguo local. Eran tiempos distintos, en los que incluso hacían reparto en negocios de los barrios. Pero cuando la venta subió, la estrategia cambió y el mostrador fue el principal aliado para llegar a la gente.

La Imperial tiene más de 40 variedades de sandwiches. Foto: ADNSUR.
La Imperial tiene más de 40 variedades de sandwiches. Foto: ADNSUR.

La Imperial llegó a tener más de 40 variedades de sándwiches. Algunos todavía forman parte de la oferta y otros salieron del menú. Por supuesto, hay sabores que son los más pedidos por todos, entre ellos vitel toné, huevo y morrón, roquefort, y pollo con roquefort.

Durante muchos años, Beatriz atendió el local junto a Claudio, su hijo mayor, pero hace unos seis años lo hace junto a Laura, aunque él siempre está con ellas. 

En la actualidad, son un equipo de 11 personas dedicadas a la elaboración y la atención, y el pequeño local de la calle Alvear no para. Cuando pasa al frente, todo el día entra y sale gente que llega a comprar sándwiches de miga, su principal producto, aunque también tienen cosas dulces.

El recuerdo de Claudio junto al equipo de trabajo de ese entonces. Foto: Archivo familiar.
El recuerdo de Claudio junto al equipo de trabajo de ese entonces. Foto: Archivo familiar.

Pero, ¿cuál es el secreto para que todo el mundo diga que la Imperial tiene los sándwiches más ricos? Laura tiene la respuesta. “Es el producto completo, porque hay que saber preparar todo: la mayonesa, el pan y también es importante el producto que usás. Nosotros usamos todos productos de primera calidad. Y aparte tenemos un lindo grupo, somos un equipo, las chicas trabajan re bien, nos complementamos y trabajamos en conjunto”.

A La Imperial llega gente de todos lados y de todas las edades. Con orgullo, Beatriz cuenta que tienen clientes de Puerto Deseado, Caleta Olivia y Sarmiento que, desde hace muchos años, van a comprar. Y se sienten orgullosas cada vez que un chico que vuelve a Comodoro quiere pasar por la sandwichería.

“Eso es algo muy lindo, porque hay muchos chicos que venían de chiquitos, que se fueron a estudiar a Buenos Aires y que lo primero que piden cuando llegan al aeropuerto es comer sándwiches de La Imperial. La mamá los trae y a veces tiene que esperar, pero no les importa, porque saben que están recién hechos. Eso es lindo”, dice Laura.

 "El secreto está en el producto completo", dice Laura al explicar por qué la gente elige los sandwiches de La Imperial. Foto: Archivo La Imperial.
"El secreto está en el producto completo", dice Laura al explicar por qué la gente elige los sandwiches de La Imperial. Foto: Archivo La Imperial.

UNA FÁBRICA DE BUENOS MOMENTOS

En la actualidad, el local funciona en horario corrido, de 9:00 a 19:00. A veces está Laura y a veces está Beatriz, pero cuando no está, la extrañan, confiesa la hija. “Mi mamá tiene mucha vitalidad, ella hace andar cualquier negocio, es el motor del negocio y la gente la sigue. Siempre preguntan por ella, incluso cuando voy a reuniones siempre la conocen”, dice con orgullo.

Beatriz junto a su nieto, el hijo de Claudio, su hijo mayor, y su familia. Foto: Archivo familiar.
Beatriz junto a su nieto, el hijo de Claudio, su hijo mayor, y su familia. Foto: Archivo familiar.

Beatriz y Laura están agradecidas, no solo a los clientes sino también al equipo de trabajo que lograron consolidar. Admiten que les encanta la atención al público, el trato con la gente, la charla de todos los días y los momentos que quedan, porque, como dijo Martín, uno de los nietos de Beatriz: ‘es una fábrica de buenos momentos’.

“La gente viene a comprar sándwiches y se va feliz, con una sonrisa, contenta. Dicen que son los mejores sándwiches, para mí exageran un poco, pero realmente hay algo más que eso”, dice agradecida y emocionada al repasar la historia de este local que se convirtió en una marca registrada de Comodoro, la ciudad que hace más de 40 años eligieron para vivir.

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