Muchos sueñan con llegar a la jubilación; otros no se ven sin trabajar o lejos de ese lugar que significa mucho para sus vidas. Pero, tarde o temprano, el momento siempre llega y las sensaciones invaden el alma entre recuerdos, momentos y nostalgia, mucha nostalgia. 

Erica Carrizo lo sabe. El último martes tuvo su último día de clases en la Escuela N° 111 (ex 37), una mañana muy emotiva que cerró 31 años de aula, tiza y borrador. Sí, porque "la seño Erica", como le dicen sus alumnos, es de las maestras de antes, tiempos en los que todo se hacía a mano y la tecnología era algo que siempre vendría después.

Erica Carrizo se jubiló luego de 31 años de servicio en la Escuela 111 de Kilómetro 5.
Erica Carrizo se jubiló luego de 31 años de servicio en la Escuela 111 de Kilómetro 5.

Por estos días, ya casi no quedan pizarrones en la escuela de Kilómetro 5; cada uno fue reemplazado por una pizarra para marcador, y el antiguo tablero negro parece casi un objeto histórico. Quizás por eso, Erica quería una última foto con aquella pizarra que marcó el inicio de su vida laboral. Porque el destino quiso que esta entrevista se realizara en el mismo aula donde alguna vez hizo su primera suplencia, un recuerdo que aún pernocta en su memoria. 

“Es un día de muchas emociones, todavía recuerdo el aula en que di mi primera clase. Era acá”, dice sorprendida cuando se da cuenta de la coincidencia. “Entré a una suplencia cuando todavía estaba séptimo grado. Tenía 22 años y los chicos estaban revolucionados, porque la suplente es la suplente, no era la seño”, agrega mientras mira a su alrededor.

La seño Erica frente al pizarrón donde dio su primera clase como suplente. Foto: Fredi Carrera.
La seño Erica frente al pizarrón donde dio su primera clase como suplente. Foto: Fredi Carrera.

La seño Erica comenzó a trabajar en la escuela 111 "Mar Argentino" en 1994. Recién había terminado de cursar el profesorado en el Colegio Perito Moreno y el destino quiso que le tocara ser maestra en la escuela del barrio en el que creció, donde fue a primer grado y donde algunos de sus familiares también fueron alumnos. 

La escuela se preparaba para celebrar su boda de diamante y para ella fue todo un acontecimiento. “Ese trabajo me maravilló”, recuerda. “Trabajamos hasta los sábados, en la escuela vieja, digo yo, porque hoy está totalmente cambiada y el sistema mismo cambió. La semana pasada colocaron las pizarras para trabajar con marcador, cuando toda la vida trabajé con pizarrón. Nosotros mandábamos los prácticos en formato papel y hoy se manda todo digital, desde un práctico hasta un comunicado. Y a partir de este año ya no hay registros en papel. Yo estuve años haciendo el registro con tinta negra y no te podías equivocar”, dice con nostalgía. 

Año 95, la seño con su primer grupo de alumnos. Foto: Archivo personal.
Año 95, la seño con su primer grupo de alumnos. Foto: Archivo personal.

Cuando lo cuenta, Erica agradece el acompañamiento de Rubén, su marido, que siempre estuvo para atender a Antonella y Thiago, sus hijos, cuando tenía que realizar ese minucioso registro. También agradece a quienes la acompañaron en su recorrido, desde Itala Condina de Mijoc, su directora que la formó pedagógicamente y de quien se lleva “los mejores recuerdos”, hasta Graciela Almendra, Sandra Martínez, María Pilar Salazar y Matilde Barría, además de sus compañeras y padres de alumnos.

“Tuve un ramillete de colegas hermoso”, dice con orgullo. “Cuando comencé, eran todos mayores y me acompañaron mucho. Pero también me llevo el respeto de mis colegas, que me han pedido que concursara para directivo. Sentí que no era el momento, pero fue algo muy lindo ese acompañamiento, como también el respeto de los padres, porque cuando he venido a hacer suplencias a la tarde, me he encontrado con papás que hoy son abuelos y que vienen a saludarme con afecto o que recuerdan alguna anécdota; es algo muy lindo”.

Erica fue alumna, docente y también madre de una estudiante, durante toda su trayectoría en la escuela 111. Foto: Archivo personal.
Erica fue alumna, docente y también madre de una estudiante, durante toda su trayectoría en la escuela 111. Foto: Archivo personal.

EL MOMENTO DE DECIR ADIOS

El martes, su despedida comenzó con el izamiento de la bandera, con todo el alumnado en el patio exterior y la presencia de sus hijos. Un recuerdo que se lleva para siempre. Luego continuó con una caminata saludable que realizaron con los alumnos por el Paseo Costero del barrio. 

Para ella significó “su despedida pedagógica”, porque, de alguna forma, recorrió algunos lugares del barrio en el que jugaba desde chica y pudo acompañar a los niños en esas salidas que para ellos son tan especiales.

Admite que está conmovida, son días de “mucha nostalgia”, pero también de felicidad. “Estoy contenta, porque siento que ya llegó mi hora. Pero también estoy preocupada por la crisis nacional que repercute en el sistema educativo. Me duele mucho ver cómo está todo. Sería un regalo hermoso que se construyera el cerco perimetral para que la escuela esté más protegida y también juegos, porque tenemos un patio enorme y sería hermoso tener juegos para los chicos. En mi caso, ahora me están esperando los pinceles, porque empecé a diagramar un tallercito; bah, en realidad mi familia me diagramó esto de ‘qué voy a hacer después’, pero me voy con mucha pertenencia y eso me queda: el trabajo compartido con la familia, porque antes la consigna era ‘no traer bandera de cotillón’ y las familias pintaban las banderas, las bordaban, era distinto”.

La seño frente al mástil en su último día de clases. Foto: Archivo personal.
La seño frente al mástil en su último día de clases. Foto: Archivo personal.

El lunes a las 10:30 hs, Erica tendrá su última despedida. La escuela organizó un acto para su último adiós, un hermoso gesto luego de 31 años de trayectoria ininterrumpida y con un agradecimiento muy especial: la 111 fue la única escuela donde trabajó. 

“Me sorprendió saber que hay movimiento de acto”, dice con emoción. “Es algo muy lindo, porque esta escuela es parte de mi vida y lo va a seguir siendo. Ya me dijeron que me van a invitar y sé que me va a hacer bien venir cada tanto, porque es el lugar que me enseñó mucho, desde el compañerismo que se ha transformado en amistades, hasta el saludo de ex alumnos y el trabajo. Eso es lo que me llevo: el valor de lo que no es concreto, lo que se siente, lo invisible a los ojos”, dice la maestra que se despide de su escuela, aquella en la que dio sus primeros pasos como alumna, como docente y como madre.

ADNSUR está certificado por CMD Certification para la norma CWA 17493 de JTI, octubre 2024-2026. Ver más
CMD Certification
¿Querés mantenerte informado?
¡Suscribite a nuestros Newsletters!
¡Sumate acá 👇🔗!
Recibí alertas y la info más importante en tu celular

El boletín diario de noticias y la data urgente que tenés que conocer