Un museo donde antes funcionaba su oficina en la escuela Juan XXIII guarda hoy los objetos más preciados del padre Juan Corti. En un rincón está su sillón con su bastón y una bandera de Boca Juniors, el club de sus amores; cerca de la puerta están los objetos con que daba el sacramento de la eucaristía; y en las paredes hay fotos y recuerdos de su vida que le dan el toque final al lugar. Entrar al pequeño museo es volver al pasado, a aquellos años en que vivía en una pequeña casita de chapa dentro del predio de una de las escuelas que fundó. 

Es que el párroco italiano que hizo de esta ciudad su casa, construyó siete escuelas y una fundación que hoy sigue adelante con su misión: educar a los niños y dejarles la enseñanza de Don Bosco, el sacerdote, educador y escritor italiano que fue su gran inspiración. 

Como alguna vez alguien dijo, Juan Corti fue el intendente que más hizo por Comodoro, y de alguna forma tenía razón. 

Este lunes se cumplen 9 años de la desaparición física del padre. El reverendo tuvo la despedida más multitudinaria de la historia de la ciudad, con más de 15 mil  personas que se volcaron a las calles para decirle adiós. 

¿Pero qué motivó a que esto suceda? La respuesta está en su obra, porque como dice Mónica Gallegos, quién no se educó en algunas de las escuelas del cura manguero, como él mismo se denominaba por los pedidos constantes que hacía a los políticos de turno.

“Mucha gente se educó y se educa todavía en sus escuelas, porque era como él decía siempre: ‘los hombres pasan pero las obras quedan”, dice a ADNSUR la ex directora de la San Juan Bosco y actual representante legal de la Fundación. “La verdad es que nos dejó un legado muy importante que incluye seis escuelas, 2500 alumnos, 250 docentes; un trabajo arduo, y más en estos años, en que la educación no es prioridad para todo el mundo, pero para nosotros sí”.

Más de 2500 alumnos estudian en las escuelas del Padre Corti.
Más de 2500 alumnos estudian en las escuelas del Padre Corti.

El legado del padre Corti es incuestionable. El cura gaucho construyó la Escuela Ceferino, el Colegio Santo Domingo Savio, la Escuela Juan XXIII, la San Juan Bosco, el jardín Juanito Bosco y la escuela técnica N° 1726 y de Formación Profesional N°1650 San José Obrero, su última gran obra. 

En la actualidad, estos establecimientos, excepto el Colegio Santo Domingo Savio que transferido a la orden salesiana, forman parte de la Fundación del Padre Corti, que depende del Obispado de Comodoro Rivadavia. Se trata de colegios de alta demanda por parte de la comunidad, no solo por la educación que imparten, sino también por la continuidad que tiene el calendario escolar.

“Tenemos mucha demanda y lamentablemente no podemos decir que sí a todos, pero esto es gracias a que el espíritu de Corti vivo está presente”, dice María Nieves Olveira, más conocida como la seño Marita. “En las escuelas de la fundación los días de clases son sagrados” - continúa - “ahora vamos por más de 160 días de clases ininterrumpidos. En la primaria no hubo paro y en la secundaria muy poquito, porque siempre se inculca el mensaje de él: ‘la educación es lo que nos va a sacar adelante’, ‘el progreso está en la educación’. Ese mensaje está muy claro en los docentes y en los padres. Por eso, cuando llegan las fechas de inscripción tenemos que decir muchas veces que no, porque son escuelas muy demandadas, desde el jardín de infantes hasta el secundario, y la profesional a la noche”, agrega la directivo que hace 38 años trabaja en la Escuela Juan XXIII, donde fue maestra, vicedirectora y ahora es la directora.

Marita y Mónica son dos de las personas que más conocieron al padre Corti y hoy integran la fundación.
Marita y Mónica son dos de las personas que más conocieron al padre Corti y hoy integran la fundación.

El SUEÑO DE SEGUIR CRECIENDO

Por estos días, el trabajo en la fundación es arduo y complejo, mucho más en tiempos de crisis económica y sin la figura de Corti. Marita y Mónica, dos de las personas que integran la entidad, admiten que hoy es todo más difícil, antes levantaban el teléfono, decían que llamaban de parte del padre Corti y las respuestas estaban. Hoy es diferente, quizás es el paso del tiempo o la falta de memoria de una ciudad que olvida rápido. 

La fundación no solo se hace cargo del funcionamiento de los establecimientos, sino también de todo lo relacionado a infraestructura. Los sueldos, en cambio están a cargo del Ministerio de Educación de Chubut. Sin embargo, eso no significa que sea sencillo. Siempre aparece algún desperfecto a arreglar o alguna situación de imprevisto, como sucedió hace unos meses cuando robaron los cables de internet, o hace unos días, cuando robaron dos tanques de agua que estaban en funcionamiento.

“Los tanques estaban llenos”, cuenta Marita. “Vinieron, los vaciaron y se los intentaron llevar, pero los tiraron al piso y se rompieron. Tuvimos que juntar plata, comprarlos y volver a ponerlos. Estábamos en esos trabajos, para reforzarlos, cuando vinieron de nuevo y los volvieron a robar. Todavía no se habían terminado de pagar y tuvimos que comprar otros dos tanques”, lamenta. 

La compra de los tanques se realizó con dinero de la fundación y ayuda de los padres, un pilar fundamental para las escuelas de Corti. 

Como se acerca el verano, por estos días ya se piensa en los arreglos que se deben realizar en vacaciones para poder iniciar de la mejor manera el ciclo lectivo, y en medio de la crisis, saben que este año será más difícil poder hacer todo. “Estamos preocupados por el tema económico porque sabemos que vienen días duros. Nosotros generalmente reparamos las escuelas para marzo, algún vidrio, cerraduras, pintura, pero tenemos que tener una solvencia económica para hacer las compras y reparaciones. Eso es lo que hoy nos preocupa: poder afrontar esas pequeñas obras, porque todo es plata y la fundación no dispone de ese dinero. Estamos justos para mantener las pequeñas obras que se hacen con ayuda de algún benefactor y de los padres, que colaboran muchísimo”.

El legado del padre Corti, “el cura manguero” que construyó seis escuelas

TRAS EL LEGADO DEL CURA

Corti llegó a Comodoro en 1952, desde Córdoba, donde se ordenó como cura una vez que arribó de Italia. El tiro Federal, “el aguantadero de Dios”, como lo denominó fue uno de sus primeros proyectos sociales en la ciudad, luego llegaría el oratorio “La Loma” que derivó en la construcción del Colegio Santo Domingo Savio, el primer colegio salesiano mixto que fue edificado con 32 presos. 

De carácter fuerte y espíritu incansable, Corti se propuso inculcar religión a través de la educación. Siempre decía: “primero hay que hacer la escuela porque te va a traer asfalto, la luz, los servicios” o “a un niño con hambre no se le puede hablar de Dios”, sabiendo que en una escuela iba a reunir más chicos que en una iglesia. Así fue construyendo cada uno de los establecimientos. 

La seño Marita aún recuerda cuando llegó a la Escuela Juan XXIII en un despoblado barrio San Martín. “Era desolador. Me acuerdo que cuando llegué en el patio había  seis trailers y cada uno era un aula. Vos entrabas y era un vagoncito, con un calefactor y una ventana chiquita y los chicos felices. Era una pobreza total pero uno se fue encariñando y después es un amor incondicional”, dice con cariño.  

En su caso, Mónica llegó dos años después, cuando se recibió como maestra en el Instituto María Auxiliadora. También comenzó en la Escuela Juan XXIII pero después fue convocada para enseñar en la incipiente escuela Don Bosco. “Me acuerdo que cuando fuimos a inscribir había dos o tres casitas desparramadas en la zona y cuando volvimos a empezar las clases ya había más gente. Así era la obra de Corti, porque él no solamente hacía la escuela, organizaba la asociación vecinal, llevaba agua, luz y hacía el consultorio periférico en la escuela donde venía el pediatra y el clínico”.

Precisamente, el periférico de la Escuela Don Bosco terminó convirtiéndose hoy en el Centro de Salud del barrio, ya administrado por el Estado, como el resto de los periféricos que alguna vez fueron de las escuelas de Corti. 

Es como dice Monica, Corti “fue un visionario, una persona tan proyectada, un sacerdote que nunca le cerró la puerta a nadie”. 

“Tenía mucha capacidad de trabajo, y siempre para los demás, porque nunca era para él. Vos ibas a la casa y lo veías con una sotana toda rota, simple y sencillo. Era admirable”, recuerda.

Marita agrega: “el siempre decía un verdadero salesiano descansa cuando cambia de trabajo. Entonces cuando cambiaba de actividad decía que estaba descansando, pero andaba todo el día, a las 11 de la noche lo podías encontrar en el sillón de su oficina, y si a las dos de la mañana venía alguien y le golpeaba la puerta porque había un fallecido, él enseguida agarraba sus ornamentos y salía para el velorio, para asistir, para dar la extremaunción. Nunca en su boca había un no. Era un ejemplo”.

EL FUTURO DE SU OBRA

Cuenta Marita que en sus últimos días, cuando la vida se iba, Corti todavía pensaba en su obra y el futuro de esas escuelas. “Estando en la clínica él hablaba de hacer una escuela más, un lugar para los niños de la calle y para los abuelos. Nos quedó eso, y siempre es una fantasía la posibilidad de hacer una escuela, pero bueno se necesita muchísimo apoyo porque no somos Corti, y hoy hay otras prioridades, como el gimnasio de la Escuela San José Obrero. Entonces tenés que pensar si se empieza otra escuela o hacemos el gimnasio que nos falta, porque el invierno es muy sacrificado. La ilusión y el proyecto está pero falta financiación”.

Ese es el sueño de todos los transitan la fundación, lograr un gimnasio para la Escuela San José Obrero, la titularidad del edificio Juanito Bosco, algo que está próximo a concretarse, y continuar con el legado del Cura Gaucho. 

“Es lo que queremos, poder disponer de cuestiones que mejoren la educación, que sigamos trabajando y que intervengan las personas que tienen el poder de ayudar para poder concretar estos objetivos que no son más ni menos que lo que quería el padre”, dice Marita. “Se trata de eso”, agrega Gallegos. “Ser herramientas, para darle a estos chicos paz, amor y fe, mucha fe. Él decía que a veces no importaba lo material, sino los valores que uno les inculca. Ese es el legado, el trabajo que nos dejó Corti y que tenemos que continuar”.

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