Es una de las instituciones educativas emblemáticas de Comodoro Rivadavia. La primera obra del padre Juan Corti, el cura Gaucho que hizo tanto por la ciudad, creando 7 escuelas que hoy, 9 años después de su muerte, continúan funcionando gracias al trabajo de la fundación que lleva su nombre, aquella entidad que el cura dejó como herencia para continuar educando niños bajo la enseñanza de Don Bosco. 

Sin embargo, pocos recuerdan su origen, sus inicios como un pequeño oratorio de contención social, y muchos menos la historia de su edificio, aquel emblemático espacio de Alem y Huergo que fue construido por presos, algo atípico para la historia de la ciudad y la provincia.

El Domingo Savio: la historia del colegio de Comodoro que fue construido por presos

El Colegio Santo Domingo Savio fue la primera gran obra de Corti, el párroco italiano que llegó de Galbiati e imitó parte de la obra de Don Bosco, su gran inspiración. El sacerdote llegó a Comodoro en 1952, desde Córdoba, donde se ordenó como cura una vez que arribó de Italia. Su primera institución fue el Colegio Deán Funes, una de las dos instituciones educativas católicas que ya funcionaban en la ciudad. La otra era el Colegio María Auxiliadora.

Cuentan los diarios de la epoca que en cuanto llegó a la ciudad se volcó a la ayuda de los más necesitados. “Se lo veía pasar diligente y su presencia elaboraba una pregunta que luego fue contestada. ¿Qué buscaba?”, se preguntaba pocos años después un articulo que fue publicado bajo el titulo “La ciudad y su cura”, en aquellos días de noviembre del 68 en que había toda una movida para evitar que Corti fuese traslado de Comodoro. 

Es que en los inicios todos veían caminar a Corti, golpeando puertas donde dar la bendición, y muchos se preguntaban ¿qué buscaba?. La respuesta era sencilla: “niños sin juguetes, sin educación, niños desharrapados y hambrientos de pan y cuadernos”, rememoraba el mismo articulo. 

El padre Corti en su juventud. La foto data de 1968, cuando ya estaba en obra el Colegio Santo Domingo Savio.
El padre Corti en su juventud. La foto data de 1968, cuando ya estaba en obra el Colegio Santo Domingo Savio.

Corti hizo de la ayuda un culto. El Tiro Federal, “el aguantadero de Dios”, como denominó al oratorio “La Loma” fue el lugar donde comenzó su trabajo incansable, y el espacio que luego dio vida al Savio.  

Las crónicas de la época, que aún descansan en la Biblioteca de la Escuela Juan XXIII, como un tesoro testigo de la historia, cuentan que la obra de Corti inició en aquel lugar que abrió sus puertas en 1941 por decisión del director del colegio salesiano, Pbro, José Murphy.

Allí dio sus primeros pasos a beneficio de la comunidad, acompañando a los chicos tanto en la educación como en la recreación, siempre con una mirada religiosa.

Su sueño, era construir un colegio, y en 1957 lo logró, cuando el oratorio se convirtió en el Colegio Santo Domingo Savio, iniciando sus actividades en el mismo Tiro Federal. 

“Los primeros alumnos de dicho colegio en formación fueron 84 y luego aumentaron hasta 354”, dice una crónica de la epoca, y detalla: "las aulas estaban divididas por biombos; las paredes divisorias eran cortinas. Y los viernes al terminar la labor escolar semana había que guardar todo en un deposito, puesto que dicho salón, sábado y domingo era utilizado para reuniones danzantes”, decía el escrito a maquina en alusión a las noches de fiesta bailable que se celebrarán en ese lugar.

DE ORATORIO A ESCUELA

Los inicios del Savio no fueron fáciles. Hubo quienes cuestionaron que funcione en ese lugar, diciendo que “era una cueva de inmoralidades”. Uno de los archivos, asegura que la campaña en contra del colegio era tan grande que en “una oportunidad se invitó al director a defenderse con declaraciones a una comisaría local”.

Lo cierto es que el Savio continuó funcionando en el Tiro Federal hasta 1961, cuando sus actividades se sumaron a la capilla en construcción del barrio San Carlos, en virtud que el club iba a reformar su edificio.

En la parroquía los grados se repartían en diferentes sectores. Cuatro grados en la parte central de la iglesia, uno en el órgano, otro en el altar y el último en la sacristía.

Los archivos del padre Corti permiten reconstruir parte de su historia, un legado que muchos deberían imitar.
Los archivos del padre Corti permiten reconstruir parte de su historia, un legado que muchos deberían imitar.

Fue en esa epoca que comenzó la construcción del primer edificio del Savio, el cual fue inaugurado el 6 de abril de 1962.

Los archivos indican que al inicio del ciclo lectivo el colegio aún no estaba inscripto en el Consejo Nacional de Educación, tramite que se cumplimento durante el proceso.

Pero Cortí, tal como demostró toda su vida, no se conformó con la apertura de la institución, y poco tiempo después creó una escuela Nocturna para aquellos chicos que no habían podido terminar de estudiar. 

Además, como fue su esencia los oficios siempre formaron parte de la educación. Por eso también, aquel primer establecimiento dictó cursos de contabilidad y dactilografía, ambos reconocidos por el Consejo Nacional de Educación. Cinco años después también se iniciarían los cursos nocturnos de Comercial Técnico y Técnico en Construcción.

UN MEGAPROYECTO CONTRUIDO POR PRESOS

El crecimiento del colegio llevó a las autoridades, encabezadas por Corti a pensar en un nuevo edificio de 4850 metros cuadrados, donde también funcionaría un secundario con Comercial y Bachillerato que educaría a más de 3000 alumnos. Así, comenzó la edificación de lo que hoy es el Colegio Santo Domingo Savio.

Su primera etapa contemplaba un primer piso con 7 aulas de 8 por 7 metros, una gran galería, sala de dibujo técnico, gran salón de conferencias, academia de mecanografía, sótano, depósito para librería, vestuarios, sala de profesores, salón parroquial, entre otros espacios.

Así era el diseño que prometía el colegio Santo Domingo Savio, una obra que superó las expectativas.
Así era el diseño que prometía el colegio Santo Domingo Savio, una obra que superó las expectativas.

La obra demandó varios años y quedó marcada en la historia por un hecho particular: fue construida por presos que cumplían condena por diferentes delitos. 

Una articulo periodístico del 1 de septiembre de 1968 del Diario Crónica, indica que los reclusos, quienes “trabajan con mucha responsabilidad y mucho cariño en la obra”, estaban a cargo del “trabajo de fundación y mampostería”. Se trataba de “una oportunidad sin precedentes, mano de obra de presos, que en conjunto con otros obreros hicieron posible la construcción”, asegura otro articulo previo a la inauguración. 

En una entrevista de julio del 67, Corti cuenta que eran “14 presos los que trabajan en la obra” y aseguraba: “Trabajan como los mejores”. 

Ellos cobraban por su trabajo. Lo hacían en forma semanal en cuentas especiales que fueron abiertas en bancos. Mientras que “los que tienen familia han autorizado para que estos cobren su sueldo, de manera que a muchos hogares de condición humilde llegan todos los meses alrededor de veinte mil pesos caídos del cielo”, decía el cura.

“Trabajan como los mejores” decía el padre respecto al trabajo de los reclusos. Ellos cobraban y muchos terminaron ganando su libertad producto de su tarea.
“Trabajan como los mejores” decía el padre respecto al trabajo de los reclusos. Ellos cobraban y muchos terminaron ganando su libertad producto de su tarea.

Los presos cobraban por pozo realizado y otros por diversos trabajos, y estaban “profundamente agradecidos al sacerdote por la oportunidad" que les brindaba "para salir del encierro que significa la cárcel, trabajando para ganarse el pan de los suyos, casi como si estuvieran en libertad”.

Eran otras épocas, y así lo indica una situación que narra el mismo articulo. “Se han dado tres o cuatro casos de presos que gracias al trabajo realizado reunieron el importe necesario para pagar la fianza que los ponía en libertad”.

Es que la iniciativa de Corti fue exitosa, tanto que uno de los reclusos que trabajó en la obra terminó siendo uno de sus hombres de confianza durante el resto de su vida, demostrando que no estaba equivocado. 

Lo cierto es que finalmente  el edificio del Savio fue inaugurado y marcó el inicio del legado de Corti, el cura que decía que “a un niño con hambre no se le puede hablar de Dios”, sabiendo que en una escuela iba a reunir más chicos que en una iglesia, tal como hizo en una ciudad que aún recuerda su labor.

Corti siempre apeló a la ayuda de la comunidad. La grafica de la epoca es elocuente: "Apoye esta obra".
Corti siempre apeló a la ayuda de la comunidad. La grafica de la epoca es elocuente: "Apoye esta obra".
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