Los animales domésticos, los ruidos a la noche, la basura y las plantas, suelen ser objeto de feroces disputas en los consorcios de los edificios, por no mencionar las expensas o los que se cuelgan del cable o roban la luz. Esto no es ninguna novedad.

Lo insólito de este caso que explotó este jueves en Trelew, hace un par de horas, es que un chicle masticado provocó una batalla territorial de balcón de consecuencias impredecibles. Parece que se viene una reunión de consorcio de urgencia para alivianar las tensiones entre dos vecinos en pugna por la invasión del espacio propio.

No hay nada más molesto que apoyar las manos sobre una baranda o una mesa y notar que hay algo que se queda pegado y se estira y no se va. Cualquiera que se haya visto sorprendido por un chicle escondido debajo de un pupitre o en la vereda es capaz de entenderlo. 

Eso es más o menos lo que viene ocurriendo desde hace un tiempo en un pequeño edificio semi céntrico de Trelew, y colmó la paciencia de los vecinos. Al parecer, uno de los vecinos adoptó la costumbre de pegar el chicle en le balcón del otro. El punto es que al damnificado se le terminó la paciencia y le dejó un aviso de fuerte contenido simbólico en la pared. "Si no sabés qué hacer con el chicle pegátelo en el culo", dice el mensaje que no es precisamente un poema.

Entre los vecinos del edificio ya comentan con ironía que el conflicto territorial de balcón por el chicle podría escalar a proporciones bélicas comparables con "la invasión de Rusia a Ucrania", razón por la cual ya están convocando a las autoridades del consorcio para evitar que el conflicto siga creciendo. Lo que aun no queda claro es de qué bando está cada uno de los vecinos del pequeño edificio semi céntrico de Trelew, ironizan.

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