COMODORO RIVADAVIA (ADNSUR) – En diálogo con Actualidad 2.0, Sandra Slapelis, de la Estación Experimental del INTA Sarmiento y Erica Colombini, responsable del Área de Agua y Energía del INTA Trelew, advirtieron sobre las consecuencias por la baja de precipitaciones en la zona cordillerana de Chubut. Slapelis planteó que “hay una variación climática que afecta la cuenca en varias partes de Patagonia, pero también hay un factor humano que debería de estar alerta a esa variedad climática”. Mientras que Colombini remarcó que en el último informe sobre precipitaciones “llamó la atención que  durante el año pasado tuvimos más precipitaciones en zona de la Meseta que en el resto de las provincia y uno espera mayores precipitaciones en la zona cordillerana”. Advirtió que “los análisis de modelos climáticos dicen que no se esperan precipitaciones muy por encima ni muy por debajo de lo normal”. Mencionó que “hay nueve alambrados y pareciera que fueran campos de nadie porque quedaron tapados con el avance de los médanos”; de hecho, “hay médanos de 5 metros en la zona este del Colhué Huapi”.

Ante las condiciones climáticas y usos del agua que disminuyeron el caudal del Lago Musters, Slepelis remarcó que “estamos en un periodo en que nos está castigando la sequía pese a que los registros indican que el 2016 fue uno de los años más llovederos, aunque de mucha sequía en la zona andina. Hay una variación climática que afecta la cuenca en varias partes de Patagonia, pero también hay un factor humano que debería de estar alerta a esa variedad climática”.

“En el 2001 el lago casi desapareció, hoy el Lago Coluhé Huapi no está más. La desaparición de un lago significa muchas cosas, entre ellas muchos productores que dependen de eso”, advirtió.

Y planteó que “no le echemos toda la culpa a la naturaleza. En el año 39 se hicieron las defensas porque se había inundado Sarmiento. Históricamente el Lago Musters y Colhué Huapi están unidos, cuando se hizo el asfalto se cortó el resto de lo que alimentaba el río Chico, y para mantener el nivel del Lago Musters se tapó el llamado Falso Senguer. Todas éstas son infraestructuras del ser humano que no mantiene las cuencas”.

A su vez, Slapelis  remarcó que “la cuestión es que nosotros sabemos que la cuenca es débil, que estaba sufriendo un proceso de crisis hídrica y  nos adecuamos a esa crisis que venía afectando. Seguimos consumiendo agua como si hubiera en abundancia”.

“No nos proyectamos y ése es el error humano. Por ejemplo, Comodoro y las ciudades de las costas dependen de nuestro lago y no hemos programado un crecimiento y saber de cuánta agua disponemos. Si hay escases, hay que saber cómo es el control o cuánto consumimos. Hoy con la urgencia estamos sufriendo y recién nos ponemos a trabajar”, cuestionó.

Por tal motivo, “creo que como profesional hay un factor ambiental y otro que es el humano porque no nos hemos proyectado”, indicó.

Consultada sobre el régimen de lluvias, Slapelis sostuvo que “hay una variación climática que sería favorable. No tengo en exactitud sobre cómo sería proyectado para otros años, pero se esperaba una mayor precipitación para el año pasado y ocurrió”.

Respecto al trabajo de medición de impacto sobre la producción e ecosistema, Slapelis indicó que “actualmente estamos haciendo un relevamiento en el Colhué, en lo referido a producción, si tienen agua o no, cómo va la ganadería y demás. Se están cerrando los campos, uno de los galpones está a medio tapar por el médano y los días de viento lo único que hay que hacer es encerrarse porque afecta a la vista y pulmones por lo que eso también impacta mucho en el ecosistema”, advirtió.

Y agregó que “hay nueve alambrados y pareciera que no fueran campos de nadie porque quedaron tapados con el avance de los médanos”; de hecho, “hay médanos de 5 metros en la zona este del Colhue Huapi”.

NO HABRÍA UNA GRAN VARIACIÓN DE PRECIPITACIONES EN LA PATAGONIA

Por su parte, desde el INTA Trelew, Erica Colombini resaltó que “hoy salió un informe en medios gráficos sobre un estudio y análisis de precipitaciones de 2016 comparado con estadísticas”.

El informe indica que “no podemos hablar de retroceso porque estamos basados en una variabilidad climática. Hemos tenido periodos con abundante cantidad de agua caída en algunas décadas, y en la última década sí ha tenido un decaimiento. En la zona costera las precipitaciones fueron abundantes durante 2016 y lo mismo ocurrió en nuestra meseta. Las precipitaciones fueron muy marcadas y elevadas, en algunos lugares llovió el 100% con relación a años anteriores”.

Llamó la atención durante el año pasado que tuvimos más precipitaciones en zona de la meseta que en el resto de las provincia. Y uno espera mayores precipitaciones en la zona cordillerana. De hecho, en los últimos años la cordillera viene sufriendo menores precipitaciones”, alertó. Y agregó que “hay localidades como Cholila que son muy castigadas, y en la última década analizada también ha sufrido un poco de variación”.

Durante el 2016 en zona cordillerana se registraron “530 de precipitaciones, cuando el promedio era de 590 milímetros”, indicó.

A su vez, remarcó que “los pronósticos a mediano y largo plazo no son muy certeros. Se estima que no habría gran variación para la zona Patagónica, se esperan valores similares e incluso en algunos sectores un poco más de precipitaciones. También hay que tener en cuenta que la incertidumbre de lluvia a futuro es muy grande. Pero los análisis de modelos climáticos dicen que no se esperan precipitaciones muy por encima ni muy por debajo de lo normal”.

“En 2016 con el régimen pluviométrico de la zona de meseta que venía sufriendo la sequía, con la lluvia de 2016 se notó una rápida recuperación de los pastizales”, concluyó.

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