MADRID - Las investigaciones detrás del descubrimiento se publicaron este lunes en la revista Nature Astronomy. Dos artículos de la publicación indican la detección de moléculas de agua sustancia de forma inequívoca, así como la existencia de pequeñas áreas en la superficie del satélite donde la sustancia podría quedar atrapada de manera estable.

La NASA emitió la semana pasada un comunicado en el que explicaba que anunciaría “un nuevo y emocionante descubrimiento” sobre la Luna, aunque la no daba muchos detalles sobre el hallazgo sino solo que contribuiría a los esfuerzos de la agencia para saber más sobre el satélite en apoyo a la exploración del espacio profundo. En el texto había también un guiño al programa Artemisa, con el que la NASA quiere volver a pisar la Luna en el año 2024.

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Según publicó La Vanguardia, el agua molecular se ha medido gracias al Observatorio Estratosférico de Astronomía Infrarroja (SOFIA, Stratospheric Observatory for Infrared Astronomy), transportado en un avión Boeing 747 modificado para tal uso. Al volar a varios kilómetros de altura y evitar el vapor de agua atmosférico, este telescopio de casi 3 metros de diámetro permite una visión clara del universo. SOFIA observa en longitudes de onda infrarrojas y puede detectar fenómenos imposibles de ver con luz visible.

El autor principal de la investigación Casey Honniball, investigadora en el Centro de Vuelo Espacial Goddard de la NASA, en Maryland (EE.UU.), y sus compañeros fueron los encargados de analizar los datos de SOFIA. El equipo detectó en el espectro de radiación infrarroja una marca correspondiente con el agua.

Telescopio SOFIA de la NASA instalado en un Boeing 747 (NASA)
Telescopio SOFIA de la NASA instalado en un Boeing 747 (NASA)

Con anterioridad ya se había hallado hidratación en la Luna en base al estudio de los espectros. Sin embargo, dada la frecuencia en la que se habían visto las marcas, no se podía discriminar el tipo de moléculas detrás del descubrimiento. No se sabía si eran moléculas de agua u otros compuestos formados también por oxígeno e hidrógeno (hidroxilos), ni la proporción de cada uno. La firma espectral detectada por Honniball y sus compañeros se ha medido en una frecuencia diferente que no es compartida por los hidroxilos y aclara así la duda.

Las moléculas descubiertas estaban presentes en las latitudes altas del sur del satélite con una abundancia de entre 100 y 400 partes por millón. Futuras observaciones podrán ampliar la extensión espacial analizada. Según los autores, el agua detectada probablemente se encuentre almacenada en forma de cristales o entre los granos de la superficie lunar que la protegerían del duro entorno.

La segunda investigación se centró en examinar las zonas de sombra permanente de la superficie lunar: las “trampas frías” de la Luna. Aquí el agua podría quedar atrapada y permanecer de manera indefinida en forma de hielo. Paul Hayne, del laboratorio de Física Atmosférica y Espacial de la Universidad de Colorado Boulder (EE.UU.), y sus colegas fueron los encargados de llevar a cabo la tarea.

Tradicionalmente se ha prestado especial atención a los polos lunares y a zonas con cráteres de gran tamaño al abrigo de la luz solar. El equipo evaluó el tamaño y la distribución de zonas menores, de entre un kilómetro y un centímetro e tamaño, y descubrió que las trampas frías a pequeña escala son cientos o miles de veces más numerosas que las trampas frías más grandes y que se pueden encontrar en ambos polos.

El hallazgo aumenta sustancialmente el área de la Luna con capacidad para atrapar agua. En el artículo indican que aproximadamente 40.000 kilómetros cuadrados de la superficie lunar tendrían la capacidad de retener la sustancia.

Para los autores, sus resultados sugieren que el agua atrapada puede estar más ampliamente distribuida y accesible como recurso para futuras misiones de lo que se pensaba anteriormente.

La disponibilidad de agua es uno de los principales objetivos que la NASA debe cubrir de cara a la misión Artemisa. Dentro del propio programa se incluye el instrumento MSolo para ayudar a analizar la composición química de los lugares de alunizaje y estudiar el compuesto en la Luna.

Numerosos proyectos previos a la llegada de los astronautas al satélite también trabajan en esa dirección. Por ejemplo, la misión PRIME-1 se encargará de recolectar hielo debajo de la superficie lunar en el 2022.

Fuente: La Vanguardia

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