RAWSON (ADNSUR) - Se llamaba “Dirección de Operaciones y Enlace” y tenía sede en la Casa de Gobierno. Seguían y fichaban a personas en instituciones de la vida política, cultural y hasta deportiva. Mucha de esa documentación iba a ser destruida en el último gobierno radical. Pero fue rescatada por una empleada.

Buena parte de la historia documentada de cómo la dictadura militar fichó, espió y persiguió a ciudadanos en Chubut estuvo a punto de quedar en el olvido, consumida por el fuego. Y no fueron los militares los que quisieron desecharla sino la burocracia, la desidia y, tal vez, algún grado de irresponsabilidad de algún funcionario que durante el último gobierno radical (1999-2003) decidió empaquetar mucha de esa documentación y la dejó arrumbada en un despacho de la Casa de Gobierno en Fontana 50, que por aquellos años había sido mudada para su remodelación. En grandes sobres de papel madera, alguien puso una elocuente indicación escrita a mano: “Destruir”.

Este relato cuenta cómo aquellos registros que documentan la parte más oscura de la historia política de Chubut estuvieron a punto de perderse y fueron rescatados por una sagaz empleada de la Secretaría de Cultura.

La Dictadura en Chubut: cuando Fontana 50 era sede de espionaje ilegal

Todo es historia

Con la vuelta de la democracia en 1983, algunos investigadores e historiadores de la zona conocieron la existencia de cierta documentación oficial que detallaba la forma de operar de esta oficina irregular montada en la Casa de Gobierno. La denominaban por aquellos años de manera pomposa –y engañosa, por cierto- como la “Dirección de Operaciones y Enlace”, y estaba directamente vinculada con la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE).

Durante las décadas del ’80 y ’90, los historiadores presentaron algunos pedidos a los gobiernos constitucionales de entonces para que entreguen esa documentación. Pero, curiosamente, nunca tuvieron respuesta.

Pero la suerte, el interés de algunas personas y el grado de curiosidad de otras hizo que, algunos años después, muchos de esos papeles aparecieran tirados en una oficina de Fontana 50 listos para ser destruidos.

El profesor en Historia e investigador Mauricio Fernández Píccolo, de la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco, recordó que “años antes de su aparición supimos de su existencia. También que durante el último gobierno radical los habían hallado y pidieron su quema. Finalmente, años después, aparecieron por casualidad”, recuerda.

Hoy, esa documentación forma parte del Archivo Mundial de la Memoria de la UNESCO y son considerados Patrimonio Cultural de la Humanidad.

La descubridora

Mariel Paniquelli es Licenciada en Historia, investigadora y ahora, una jubilada que transcurre sus días en su casa de Playa Unión. Cuando Lizurume era gobernador, ella era empleada de la Secretaría de Cultura, en la Comisión de Preservación del Patrimonio Cultural. “Me dedicaba a investigar historia argentina contemporánea y nunca se me ocurrió encontrar abandonada documentación sobre la persecución a instituciones y personas en Chubut. Y peor, lista para ser quemada. Fue shockeante”, le confesó a Jornada la historiadora para graficar lo que sintió esa mañana que fue convocada por uno de los trabajadores que debía terminar de vaciar el edificio de la Casa de Gobierno para iniciar los trabajos de remodelación de la misma.

“Eran un montón de papeles que consideré en ese momento que debían ser preservados”, recuerda Mariel. “Era una época donde los empleados de Fontana 50 ya habían sido reubicados en otros lugares. Una mañana, una persona me llamó porque estaba trabajando en la obra y había encontrado papeles que le llamaron la atención, ya que había nombres de personas conocidas en ellos”.

El lugar donde estaban era la oficina “donde históricamente entrevistaban a las personas que empezaban a trabajar en la Provincia. Una oficina no muy grande donde había a todo lo largo de la pared un mueble de más de dos metros de altura, de puertas metálicas, lleno de papeles”, recuerda Paniquelli.

“No eran expedientes, eran carpetas con hojas sueltas, folletos y fichas de personas de personas conocidas, entre ellos algunos profesores míos de la Universidad”, relata. Como Mariel no tenía vehículo, juntó el material que pudo -“no todo porque era mucho”- y decidió rescatarlo para evitar su destrucción.

¿En democracia?

Esa documentación hallada reforzó la idea de que en Chubut había existido una aceitada red de espionaje ilegal manejada por los distintos gobernadores militares.

Otro investigador e historiador de la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco, el profesor Bruno Sancci, plantea otra lectura interesante: “Hoy se puede afirmar con absoluta certeza que existía un mecanismo muy grande de espionaje en Chubut. Había muchas agencias que espiaban a la gente, como Gendarmería, la Marina, la Policía, la Secretaría de Inteligencia del Estado y hasta el Ministerio de Educación. Todas ellas fueron centralizadas en Fontana 50, en la Dirección de Operación y Enlace que contaba con inteligencia nacional y provincial”, afirma.

Según explica Sancci, “a través de decretos provinciales se nombraba al responsable de esa Dirección de Operaciones y Enlance y, por la información que se logró recuperar, se asegura que durante la última dictadura militar fue puesto en funciones como coordinador de esa oficina el señor José Fitterling”.

El historiador advierte que el espionaje no se dio solo durante la dictadura, sino antes de 1976 y después de 1983. “Había una fuerte vigilancia en lo referido a la educación”, agrega Sancci. “Inclusive, en una época se presentaban informes semanales con todos esos datos, además de lo que publicaban los medios locales”.

Otro ejemplo que muestra cómo se operaba en el esquema de espionaje desplegado en Chubut lo brinda la forma de ingresar a la por entonces Universidad del Sur. Relata Sancci que a los aspirantes a integrar la casa de estudios, “el rector de ese entonces, que era Remus Tetu, le pedía los antecedentes a la SIDE o a la Policía para ver si era aceptado o no. Los informes que obtenía eran muy detallados, inclusive brindaban datos de la vida privada: amigos, deportes que practicaba, lugares que visitaba”.

Paniquelli recuerda que entre los papeles que pudo rescatar “había fichas que decían, por ejemplo: ‘de nacionalidad chilena, muy chileno’, o que era peronista, trotskista, comunista o peronista de izquierda. Había también papeles de grupos de teatro de Trelew. En un caso había un programa de una obra teatral que estaba todo escrito a mano con referencias como que tal actor en la obra hace referencia al gobierno nacional o que la gente al final aplaudió a rabiar”.

Uno de los documentos que más valoran en este rescate histórico es que encontraron diagramas de cómo circulaba la información entre el Servicio de Inteligencia Chubut (SI Chubut) y el resto del país. “Había muchos papeles con sellos de SI Chubut. Estos diagramas eran dos o tres hojas oficio adheridas que tenían un circuito que unían Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe, Chubut. Eran todos documentos de principios de los ‘70”, describe Paniquelli.

Y como dato curioso, recuerda un télex que decía: “Se requiere en todo el territorio la búsqueda e identificación de Joan Manuel Serrat”, en relación al popular cantautor catalán que estaba prohibido en la Argentina.

Conservación

Ante la relevancia de la documentación rescatada, Paniquelli se contactó con unos colegas para compartir su descubrimiento y analizar los pasos a seguir. “Con Mauricio Fernández Píccolo resolvimos que ese material no podía permanecer en mi casa por temor a que yo tuviera algún problema o no llegaran a un destino mejor. Por eso resolvimos formar una cadena de seguridad, con papeles distribuidos y guardados por un grupo de personas de confianza donde nadie conocía al otro. Así se guardaron hasta enero de 2004, que fueron entregados al gobernador Mario Das Neves”.

Fuente: Jornada

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