COMODORO RIVADAVIA (ADNSUR) - La SCPL iniciará este martes el desmontaje del tercero de los cinco aerogeneradores del Parque Antonio Morán que desmantelará como chatarra del parque Antonio Morán, ante la inviabilidad de repararlos, ya que el ahorro de la generación de energía resulta inferior al costo de mantenimiento. Aún quedan 18 equipos en pie y el gasto en mantenimiento es mayor al ahorro en la compra de energía.

¿Por qué un proyecto que ubicó a la ciudad en una posición de vanguardia internacional, casi 20 años atrás, hoy termina en una dolorosa pero necesaria acción, para evitar riesgos mayores? Con una inversión importante, del orden de los 3 millones de pesos por cada equipo desarmado, las piezas sólo servirán para chatarra.

El Parque Antonio Morán de Comodoro Rivadavia llegó a contar con una capacidad de generación de 17 Mw, lo que en sus inicios equivalía a alrededor del 25 por ciento del consumo eléctrico de la ciudad de Comodoro Rivadavia. Incluso en el año 2005 la SCPL llegó a certificar bonos verdes, por haber retenido alrededor 200.000 toneladas de carbono en un año, al reemplazar con energía limpia la generación con combustibles fósiles.

 Fotos: Alejandro Canario/SCPL
Fotos: Alejandro Canario/SCPL

Se abría por entonces un camino que trazaba excelentes perspectivas, pero que en poco tiempo quedarían truncas: en la 16 Conferencia de las Partes de la Convención de Cambio Climático (COP 16), celebrada en Cancún en 2010, se aprobó la creación del Fondo Verde para el Clima para asistir a las naciones pobres en la mitigación y adaptación al cambio climático. Los países industriales se comprometieron a aportar 30.000 millones de dólares en 2012 y 100.000 millones de dólares anuales para 2020.

Sin embargo, todo eso ya forma parte de los recuerdos de la ‘ciudad eólica’.

Una medida dolorosa, pero necesaria

No hay dudas hoy sobre la necesidad de ‘bajar’ los aerogeneradores, que hace tiempo dejaron de producir energía. Así lo explicó el ingeniero Fabián Smith, gerente del Departamento Eléctrico, quien precisó además que “la inversión es del orden de los 15 millones de pesos”. Aún quedan 18 equipos en pie y el costo de mantenimiento es mayor al ahorro en la compra de energía.

Fotos: Alejandro Canario/SCPL
Fotos: Alejandro Canario/SCPL

“Es un gasto importantísimo, de mucha responsabilidad porque no podemos permitirnos que sigan colapsando –explicó-. Esas 5 máquinas tienen riesgo de caída y por eso las estamos desmontando. Salvo algunas piezas menores, no está previsto salvar mucho y no hay posibilidad de revender nada. La opción más barata es hacerla chatarra”.

Ante la continuidad de los días sin viento, en la mañana del martes se preparaban para avanzar con el tercer equipo. Los dos primeros estaban en Cerro Arenal, mientras que resta uno en cerro Chenque y otros dos en cerro Hermitte.

Todavía quedan otros 18 equipos en pie, pero no es difícil imaginar cuál será su futuro: “Por el momento el resto van a quedar parados, si bien están sanos (sin problemas estructurales) en su mayoría requieren de una inversión en materia de repuestos y cuesta conseguirlos. Son equipos antiguos, de 20 años o más, en el caso de los Mikon. Los fabricantes ya no tienen stock y hay que ir a buscar en segunda línea. Y si se reparan y los ponemos a despachar, la energía no se puede vender con tarifa dedicada en materia eólica. Lo que podríamos generar con el parque y el ahorro que se logra evitando comprar energía en el mercado eléctrico, es más bajo que el costo de mantener rotando las máquinas”.

En otras palabras, resulta más barato comprar energía a CAMMESA que el costo de mantener los equipos para la generación propia, según explicó el ingeniero Smith.

Por eso llegamos a esta triste realidad de tener que sacar las máquinas que no van a ser reparadas y que están en riesgo de caída. Del resto hemos tratado, en los últimos 3 años, la posibilidad de un ‘revamping’ (revisión de máquinas para alargar su vida útil), de cambiar piezas y reparar. Vino gente de Costa Rica para hacer un relevamiento serio, pero el resultado es el mismo, el gasto de mantenerlos es superior al costo de comprar la energía”.

Nunca tuvo tarifa acorde a la promoción de inversiones

¿Cuál es el motivo por el que lo que fue el parque eólico más grande de Sudamérica, a comienzos del siglo 21, hoy se desmantela como chatarra? ¿Por qué los proyectos montados en cercanías de Puerto Madryn y Trelew, o incluso en Manantiales Behr, hoy resultan proyectos sustentables con buenas tasas de rentabilidad, mientras Comodoro Rivadavia se resigna a otro tren perdido?

“Hay varios motivos –reconoce Smith-. Uno se vincula a la evolución de las máquinas, que hoy producen 5 veces más que los que teníamos acá (por ejemplo, los de la SCPL generaban 700 Kw, mientras que los nuevos equipos pueden generar hasta 3,5 Mw). Con equipos más grandes, los costos de generación y mantenimiento se reducen notablemente. En segundo lugar, (los más grandes) son parques que se diseñaron para despachar energía al mercado eléctrico y esto les permite conseguir contratos en dólares, que garantizan el recupero de la inversión al financista que pone el dinero para llevar adelante ese proyecto”.

En ese punto reside la mayor explicación de por qué el aprovechamiento eólico nunca pudo crecer en Comodoro Rivadavia, ya que la tarifa reconocida a la generación de su parque eólico resultó, en promedio, alrededor de un 50 por ciento inferior a la que se posibilitó a los nuevos proyectos. Esos incentivos estaban amparados por la ley de promoción a la energía eólica que impulsó hasta su aprobación el fallecido senador Marcelo Guinle, en una iniciativa que tiempo antes había comenzado a trabajar, como diputado nacional, José ‘maní’ Corchuelo Blasco.

Paradojas al margen, en la capital del viento y con legisladores comodorenses que vieron la importancia del recurso natural que hoy genera rentabilidades medidas en millones de dólares, se baja definitivamente de esa actividad, al menos a través de una institución que integra a la mayor parte de sus habitantes.

También se buscó vender los equipos que todavía resultan recuperables, para su ubicación en otros puntos de la provincia, por ejemplo en la zona de la Meseta, en lugares sin acceso a la red de distribución de energía mayorista. Sin embargo, no se pudo arribar a ningún acuerdo, según relató, finalmente, el ingeniero Fabián Smith.  

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