COMODORO RIVADAVIA (ADNSUR) - No conviene tentar a la suerte. En los primeros tres días desde que se confirmó el foco de Covid-19 en el buque “Santorini”, los contagios se multiplicaron de modo alarmante.

“Por ahora estamos lejos de esa posibilidad”, tranquiliza una fuente del ámbito sanitario, que conoce el día a día de lo que se vive en la ciudad en el marco de la pandemia, al trasladarle directamente la pregunta que abre esta columna. Sin embargo, hay factores que deben analizarse. No para infundir temor, sino para asumir que el problema está tan vigente como el primer día. Desde el viernes 12 de junio, con los 8 casos positivos del buque pesquero que operaba desde el puerto de Comodoro, la curva de contagios se aceleró fuertemente en la urbe petrolera.

En los siguientes tres días prácticamente se multiplicó por 4, superando la temida tasa estadística de duplicación de casos cada 3 días, contra la que tanto batallaron durante semanas, o meses, los países más desarrollados del planeta. Hasta la tarde del lunes 15, los casos confirmados nuevos habían saltado a 30, si no se cuentan los 5 previos de Rada Tilly y los 2 previamente recuperados, registrados en el mes de abril.

Ese alivio estadístico no permite saber aun si la curva de contagios está totalmente desacelerada. Es que a mediados de semana hubo un cambio en la marca de reactivos, lo que por razones técnicas lentificó el análisis y lectura de resultados. Incluso se dio el insólito caso en que Jorge Avila confirmó el caso positivo de un trabajador petrolero, casi 10 horas antes de que se conociera el resultado del test.

Desde la semana próxima se contará con el nuevo equipo de PCR, adquirido por el municipio, que permitirá realizar hasta 96 análisis simultáneos. El equipo actual, que fue cedido en comodato por el fabricante hasta que llegara el nuevo sistema, posibilitaba sólo la mitad, pero incluso ese rango se vio reducido en los últimos días, según se reconoció desde el ámbito hospitalario.

De este modo, se podrá determinar fehacientemente si el foco de contagio, circunscripto a los contactos estrechos de los marineros, ha quedado totalmente encapsulado.

Los límites del sistema sanitario

Un punto a favor es que la mayoría de los contagios registrados en la primera semana son leves o moderados y no requirieron asistencia respiratoria. Por Covid se mantenían internados 5 pacientes, mientras el resto pudo continuar el tratamiento prácticamente sin sintomatología.

Desde que se iniciaron los preparativos para afrontar la pandemia, en Comodoro Rivadavia se ha podido incrementar el número de camas de terapia intensiva en alrededor de un 30 por ciento, contando en la actualidad con 84 camas de terapia intensiva, con sus respectivos equipos de respiración. Además, hay un total de 327 camas comunes, contando los sistemas público y privado, aunque en la actualidad el 60 por ciento de esa capacidad está ocupada por la demanda común del sistema sanitario.

Si el foco de contagios continuara ocupándose, habría que adoptar decisiones y definir prioridades, aunque por ahora las autoridades sanitarias entienden que el sistema está en condiciones de absorber un crecimiento normal de la curva. Dependerá mucho de las pautas de conducta de la mayor parte de la ciudad, teniendo en cuenta que si la población potencialmente demandante se ubica en el orden de las 300.000 personas (hay quienes hablan de 400.000, si se considera que la ciudad es cabecera de una región mucho más amplia), la proporción entre camas de Terapia y respirador es de 1 cada 3.500 personas, o incluso más.  Con sólo 80 casos severos, que requieran asistencia respiratoria, el sistema quedaría cerca de su saturación absoluta.

Salvando las distancias, ésta es la principal preocupación que atraviesan otras grandes ciudades del país, ya que hay un punto en que la demanda puede quebrar la capacidad de respuesta del sistema y es entonces cuando se colapsa el sistema. ¿Hasta dónde puede resistir?

“Seguimos dependiendo de la responsabilidad de cada persona y de la sociedad en su conjunto –reiteran desde los ámbitos de salud-. Si analizamos cómo se dieron estos contagios a partir del grupo de marineros, la mayoría fue porque se compartió el mate, o porque tomaron de una misma botella, o no mantuvieron la distancia necesaria y se relajaron los cuidados. Se dejó de usar el tapabocas, o las reuniones se hicieron entre más de 10 personas”.

Lo que reflejó también esta experiencia es que por más que se apliquen protocolos en lo formal, en las prácticas se relajan. Esto cabe tanto para lo ocurrido con los marineros en el puerto, como también en otros ámbitos laborales. “Cuando nos dicen que se aíslan equipos completos de petróleo, nosotros preguntamos por qué, si se supone que aplican protocolos y no debería haber riesgo para todos los trabajadores de un equipo –contó un agente que trabaja en el seguimiento de casos-. Sin embargo, la misma gente nos cuenta que cuando no se los controla, la costumbre los lleva a compartir el mate o hasta a fumar del mismo cigarrillo y no respetar las distancias. Es uno de los grandes desafíos que tenemos ,que la gente entienda que debe cambiar hábitos muy arraigados”.

En muchos sectores coinciden en que al avanzar en fases de mayor flexibilización, tras superar las restricciones más fuertes del aislamiento, en muchas personas se activó la ilusión de que el problema se había terminado.

Los consejos del miedo

En ese marco, fue doloroso lo ocurrido con la Escuela 517, cuando era preparado como centro de atención extra hospitalaria. La reacción promovida por el miedo de vecinos, que derivó en actos vandálicos y en la decisión de no avanzar con esa iniciativa, dejó entrever que el temor puede actuar como un arma en contra de las mismas personas. Ese ámbito estaba pensado para gente de la zona sur que eventualmente pudiera requerir condiciones de aislamiento.

“Lo que pasó es como atacar al que viene con una vacuna para tratar de curarnos, porque nos va a doler la vacuna –reflexionó el psicólogo Sebastián Núñez, al analizar el hecho-. Es una lógica casi infantil, como una negación: si el centro de atención no viene acá, el virus no va a entrar al barrio, cuando en realidad estamos atacando al sistema de salud. Es una reacción promovida por el miedo, en un punto es entendible porque nos atraviesa a todos, pero no es lógico la irracionalidad y la ceguera de atacar a un dispositivo de salud que en definitiva es para cuidarnos a nosotros mismos. En ese punto, estamos atentando contra nosotros mismos”.

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