COMODORO RIVADAVIA (ADNSUR) - Vecinos de la Meseta del Chubut emitieron un duro comunicado en el que lamentaron la “estigmatización” que realizan de ellos los habitantes de las localidades más pobladas que, indicaron, los identifican como “paisanos ignorantes a los que nos venden gato por liebre”, en relación con las oportunidades de desarrollo a las que no pueden acceder.

El pronunciamiento de los vecinos fue encabezado por Edgardo Kohler, habitante de Gastre e integrante de la Cámara de Comercio, Turismo, Servicios e Industria de la Meseta del Chubut (CAMECCH). Y el disparador fue la nueva iniciativa de habitantes de las zonas del Valle y de la Cordillera para elevar un proyecto de ley para prohibir la minería en la provincia.

Con el título “Desde adentro”, el documento indicó: “Por estos lados, donde todos parecen mansos, donde el silencio se ha tomado como autorización, para aquellos que miran desde lejos, para aquellos hermanos que se han ido corridos por las urgencias y creen estar; estamos nosotros, los que nos resistimos a abandonar nuestro lugar, estamos parados, aunque para los citadinos no somos más que tantitos, un puñado de analfabetos comprando espejitos de colores en pleno siglo XXI”.

“Qué fácil ponerle voces al que no sale en los medios, que fácil estigmatizarnos como paisanos ignorantes a los que nos venden gato por liebre, que fácil creernos mercenarios de nuestra tierra, por el sencillo acto de querer decidir”, agregaron.

“Creen saber todo de nosotros”

Apuntaron en este sentido a que “los hermanos de las ciudades creen saber todo de nosotros: creen conocer nuestra realidad y nuestra tierra, y al parecer, los que vivimos acá, no nos enteramos que aquí la vida trascurre”.

“Los hermanos de la ciudad -agregaron- nos ponen voces, nos cosen historias, nos llenan el bolsillo y el estómago de reclamos; los hermanos de la ciudad nos bombardean de oportunidades, tantas, que nos cuesta decidirnos, por eso aún no podemos arrancar”.

Y añadieron: “En la Meseta, para que se enteren, hermanos de las grandes urbes, hay seres humanos de este tiempo, sin plumas ni taparrabos, dotados también de derechos; derecho a decidir, derecho a hacernos escuchar, derecho a que sean nuestras voces las que decidan por nuestro futuro, derecho a que nadie nos atropelle y catalogue de ignorantes, derecho a tener calidad de vida”.

“Se mofan”

“En estos lugares, donde todo cuesta el doble y un poco más -continuaron-, el trabajo es un bien escaso, y es lamentable y hasta triste ver cómo aquellos que trabajan en el Estado se mofan de los que buscan acceder al trabajo para dignificar sus vidas, hasta esos límites llega la miseria humana”.

Describieron que los jóvenes en la Meseta “suelen esperar a que algún trabajador del Estado se jubile o se muera para ver si con rezos, santos y tortas fritas puede tener el puesto, o esperan las épocas de elecciones donde el Estado se engorda un poco más, o se van, como se han ido tantos en busca de lo que por acá falta: oportunidades”.

En primera persona, y como parte del documento, Kohler graficó: “Tengo hermanos y amigos que se fueron; querían mucho la tierra, pero un día la necesidad los arrió, se fueron de a montones, y ya no volvieron”.

“Ahora desde lejos y sin intenciones de regresar, nos miran, solo nos miran. Solo unos pocos nos jugamos el pellejo, volvimos, y no queremos que nos empujen a marcharnos”, indicó.

Atentado a la democracia y a la vida

En este contexto, continuó el pronunciamiento, “los jóvenes esperan a que algo suceda, pero el Estado está demasiado grande, y demasiado lleno, se molestan de tantos que son, así que hay que esperar en el filo de la vereda”.

“Los que están adentro, los que trabajan en el Estado, viven una realidad, que no es precisamente la de aquel que está afuera, engrosando el ejército de desocupados”, agregó.

“El que está adentro cree tener la potestad de pensar y repensar el futuro de aquellas personas que viven en ‘la zona de sacrificio’ y que, por esos avatares de la vida, las oportunidades de darle un vuelco a su vida, aun no les llegan, pero no importa, las piedras, las siguen mordiendo otros”, continuó y finalizó: “La desigualdad más triste y abrumadora, en estos tiempos, es que otros decidan por otros, un atentado a la democracia y a la vida”.

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