“Mi historia es un poquito larga, pero vamos a tratar de contarla”, dice Juan Carlos Oyarzo cuando empieza a relatar parte de su vida. El hombre nació en Trevelín y creció en el paraje Los Cipreses, sabiendo quién era su verdadero padre pero sin ser reconocido. Hoy tiene 64 años y recientemente la Justicia de Chubut, mediante una prueba de ADN, le otorgó ese derecho que su progenitor le negó. 

Se trata de Anuar Asef (84), el empresario que se hizo conocido en la Comarca Andina por tener la concesión de la cerveza Quilmes, entre otros negocios que encabezó. Según la sentencia definitiva S.D. 0082/22, a la que tuvo acceso ADNSUR, el hombre es el padre de Juan Carlos. 

Por estos días, el denunciante se está preparando para hacer el cambio de filiación. En poco tiempo, su Documento Nacional de Identidad dirá: Juan Carlos Asef. El hombre asegura que para él será el cierre de una etapa luego de muchos años de intentar ser reconocido.

Esta última semana, Juan Carlos dialogó con ADNSUR desde Rawson, el lugar donde se encuentra radicado hace 10 años, y decidió contar parte de su historia. 

UN SECRETO A VOCES

El hombre nació el 29 de mayo de 1959 en Trevelín, y creció en Los Cipreses, donde también vivía su abuelo, Jacinto Asef, un inmigrante sirio-libaneses que se asentó en la Comarca Andina.

Cuenta que Pedro Pascual Oyarzo, la pareja de su madre por entonces, le dio su apellido, pero en el fondo siempre supo que su padre era Anuar. “Yo siempre lo supe. Uno cuando es pibe no le da mucha importancia, pero después empecé a ver mi origen, porque me lo comentaba gente de afuera. Mucha gente me lo decía y con el tiempo fui viendo todo eso, porque sabía más gente de afuera que yo, pero una cosa es que te digan y otra cuando tenés un ADN ya confirmado. Asef era mi padre”.

Juan Carlos asegura que Asef también sabía que era su hijo. Aparentemente era un secreto familiar que todos sabían, menos él, ya que de chico, como su madre trabajaba en el negocio de Jacinto, convivió con la que era su familia paterna. 

Ese vínculo duró hasta más o menos hasta sus 12 años, pero como era chico, no tenía claro cómo era la relación entre su madre y ellos. Sin embargo, notaba que algo familiar había.

Con su padre biológico, en tanto, más de una vez charlaron y él mismo le confirmó que había estado con su madre. Por eso en 2020 ambos decidieron hacerse una prueba de ADN. 

“Teníamos un acercamiento medio raro. Por ahí me recibía, por ahí me distanciaba y una vez fui a Esquel, estuvimos charlando bastante y me dijo que hiciéramos un ADN. A lo mejor quería seguridad, pero salió y nunca me quiso dar el resultado, así que tuve que ir por la vía legal”.

EL DERECHO A LA IDENTIDAD

Según la causa que lleva adelante la abogada Silvana Jara, el 8 de enero de 2020, Juan Carlos y su padre biológico pactaron realizar un estudio de ADN. Cinco días después lo hicieron en un laboratorio privado, pero Anuar nunca le dio los resultados, solo le dijo que “cien por ciento sangre Asef”.

Luego de esa prueba Anuar y Juan Carlos no volvieron a tener contacto. El empresario nunca le entregó el test y no volvió a contestar sus llamadas, asegura Oyarzo.  

Ante esa situación, Juan Carlos decidió ir a la justicia y en marzo del 2021, se comenzó a tramitar un segundo ADN. Para llevar adelante el estudio era necesario extraer una muestra a la madre de Juan Carlos, pero la mujer estaba internada, muy enferma. Sin embargo, se recuperó momentáneamente y pudieron extraer la muestra, sin saber que cuatro días después iba a morir sin contar cuál era la verdad. 

Las muestras fueron analizadas en el Cenpat (Centro Nacional Patagónico) de Puerto Madryn y ratificaron el resultado del primer estudio. 

Así, finalmente salió la sentencia definitiva a favor de Juan Carlos. Sin embargo, los abogados de Asef dilataron el proceso, apelando la sentencia por dos notificaciones que se debían realizar a los hijos de Oyarzo, el padrastro de Juan Carlos. Ante esta situación, Juan Carlos decidió hacer pública su realidad, cansado de ser rechazado.

La abogada entiende que Asef “utiliza esa herramienta para tener más tiempo. Seguramente debe estar enajenando y viendo sus cuestiones patrimoniales”, asegura. 

Juan Carlos, por su parte, dice que no quería llegar a esto. Sin embargo, se sintió obligado: “Yo lo esperé muchos años, pero imaginate vos que cuando te cierran las puertas de un día para otro te pone un poco mal, un poco triste. Yo no quería llegar a esto, pero me vi obligado, porque es como que me abandonó dos veces: cuando era chico y ahora cuando me hice el ADN. Es lamentable, pero no quedaba otra”.

Oyarzo cree que su padre actuó de esta forma pensando en el dinero. Pero él asegura que nunca le interesó la parte patrimonial. “Si hubiese sido por dinero lo hubiese hecho cuando tenía 18 o 20 años, no ahora. Yo buscaba un vínculo con él” sentencia el hombre que a los 64 años finalmente podrá portar su verdadero apellido y cerrar “un circuito en la vida”.

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