BARCELONA - Gheorghe L., de 52 años, es el protagonista involuntario de una humillación pública. El hombre, que de niño fue pastor en su país, Rumanía, y ahora mendiga en las calles de Barcelona, fue víctima de uno de los “retos” que afronta periódicamente ReSet, nombre de guerra de un jovencísimo youtuber con más de un millón de seguidores. El youtuber, que responde al nombre de Kanghua Ren, rellenó unas galletas Oreo con pasta de dientes y se las dio a probar. Lo grabó todo en un vídeo que concitó miles de visitas y con el que se embolsó 2.180 euros.

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En enero de 2017, ReSet publicó un vídeo en el que se le ve extraer la crema de nata del interior de cinco galletas Oreo y sustituirla por pasta de dientes. Después, con las galletas de nuevo en el envoltorio original, se dirig

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limpiarse los dientes Creo que no se los limpia desde que se volvió pobre

La difusión masiva del vídeo provocó un escándalo que motivó una primera pseudodisculpa de ReSet: al día siguiente fue a ver a Gheorghe, le preguntó cómo le habían sentado las galletas y emitió un nuevo vídeo: “La gente exagera por bromas en la calle a un vagabundo, que seguro que si se lo hago a una persona normal no dirán nada”. La polémica fue en aumento, con la intervención del Ayuntamiento de Barcelona. El joven intentó entonces “restablecer su imagen” y “congraciarse con la opinión pública”, critica el fiscal: borró el vídeo y unos días después, el 24 de enero, se presentó adonde estaba Gheorghe con un amigo, sacos de dormir, mantas y una cámara, con la intención de pasar una noche con él y explicarlo.

No hubo nuevo show a costa del mendigo porque la empleada de una empresa de paquetería –que conoció la polémica por la prensa– avisó a la Guardia Urbana. Los agentes atendieron a Gheorghe y le tomaron declaración. El hombre explicó que no sabía que el joven era famoso y que llegó a temer por su vida. Y que ese mismo día, ReSet, temeroso ya de sufrir un proceso penal, le había ofrecido 300 euros “para que no hablara”. También aclaró que las galletas con dentífrico le hicieron daño. “Me encontré mal a los cinco minutos y vomité”, explicó ayudado por un intérprete de rumano. Dijo que nunca le habían tratado así, que “todos se portan bien” y que en el bar donde fue a vomitar le ofrecen a menudo “comida y ropa”.

Una exploración posterior de los forenses permitió reconstruir su historia, oculta tras el éxito viral del vídeo en el que es objeto de burla. Gheorghe L. nació en Copsa Mica, una localidad 300 kilómetros al norte de Bucarest. Sus padres murieron, igual que uno de sus dos hermanos. A los nueve años empezó a trabajar como pastor y después pasó a ser barrendero en su país. Perdió el trabajo y eso le llevó a pasar dos semanas detenido “durante la dictadura de Ceaucescu”, explicó. Sobrevivió después “con ayuda de Dios” hasta que decidió trasladarse a Barcelona “para pedir dinero”. Gheorghe admitió que su hepatitis crónica seguramente deriva de un consumo excesivo de alcohol -bebe “un litro de vino cada día”- y aseguró que estuvo ingresado en un “asilo de locos” en Rumania, pero no sabe por qué.

La pasta "no es veneno"

Llevado ante el juez, ReSet optó por no declarar. Su abogado defendió que se le dejara en libertad porque, al fin y al cabo, se trataba de pasta de dientes y “no de ningún tipo de veneno ni sustancia nociva para la salud”. En la vista de medidas cautelares, el youtuber dijo que los hechos “se habían malinterpretado” y admitió haber entregado los 300 euros “a la hija del señor”. El juez lo dejó finalmente en libertad bajo fianza de 2.000 euros y le prohibió salir de España para ir a China, donde acude regularmente de vacaciones.

Durante la investigación, el fiscal quiso saber cuánto había ingresado ReSet por ese y otros vídeos en los “ejecutaba acciones de naturaleza vejatoria contra personas indefensas y vulnerables”. Un año antes, cita en su escrito, ofreció bocadillos rellenos de excrementos de sus gatos a ancianos y niños. Limitó la petición a Google (propietaria de YouTube) a tres meses: de enero a marzo de 2017. Y el gigante contestó: un total de 2.180 euros por los ingresos derivados de la publicidad, que se calculan en función del número de seguidores y visualizaciones (124 millones desde que creó el canal, en 2014) del contenido. El fiscal señala que el youtuber ofreció las galletas a un mendigo para llamar la atención y conseguir “un apetitoso incremento de ingresos”. Y reprocha que su única motivación para ir a disculparse no era Gheorghe, sino la “pérdida de ingresos económicos”: tal como declaró su amigo, la polémica le hizo perder su relación con una empresa de publicidad.

Fuente: El País

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