El Gauchito Gil, el santo de los humildes: los milagros y las ofrendas de los fieles de Comodoro
La mayoría de los altares se encuentran a la vera de caminos y son fáciles de reconocer porque tienen banderas y cintas rojas. Sus fieles le llevan particulares ofrendas a cambio de un milagro, protección en ruta, salud o trabajo.
Los devotos jamás se olvidan de tocar bocina al pasar por alguno de los altares que están en las banquinas; dicen que eso garantiza protección y cuidado para llegar a destino. En “Expedientes Comodoro”, conocemos el único lugar de la ciudad donde se celebra la fiesta de este santo pagano.
En nuestra ciudad hay por lo menos unas 6 ermitas o santuarios donde se puede ir a rendirle culto; en la ruta camino a barrio Laprida, ingresando al barrio Próspero Palazzo en dirección al aeropuerto, en un boulevard de la avenida Rivadavia, en el camino Roque González, sobre Ruta 26 y en la Chacra “don Guzmán” en Km 17 donde se encuentra el mayor tributo a este santo popular que todos los 8 de enero reúne a cientos de seguidores.
Antonio Mamerto Gil Nuñez fue degollado un 8 de enero (de 1874 o 1878, según la leyenda) en Corrientes, tras ser capturado por haber desertado del Ejército al oponerse a luchar en la guerra de la Triple Alianza. Se dice que la persona que lo ejecutó se convirtió en su primer devoto, ya que con la sangre del Gauchito pudo curar a su hijo enfermo. También se dice que era un bandido rural que robaba a los ricos para repartir entre los pobres.
La historia del Gauchito Gil se extendió desde Corrientes, donde se originó, hacia el resto del país, incluido Comodoro.
Las ofrendas a cambio de un “favor”
Los santuarios del Gauchito están plagados de colillas de cigarrillos, botellas de vino vacías pero también muchas cerradas que se dejan a modo de regalo. Cada objeto reviste una significación muy importante para quien la dejó. Trofeos ganados, cascos petroleros, gorras de policías, cintas, banderas y hasta cartas de agradecimiento. Nada se toca, todo se respeta y preserva. Cada noche, alguien es el encargado de encender velas para que los altares puedan ser divisados desde las rutas por camioneros y viajantes que ingresan a la ciudad petrolera. Cuestión de fe y devoción al paso.
“El Gauchito es una figura de la santidad popular con mayor presencia en el espacio público. Un rasgo interesante de estas devociones populares es cómo están vinculadas a la vida cotidiana de las personas”, explica Luciana Lago Prof. De la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco, Doctora en Ciencias Sociales e investigadora del CONICET
“Las ofrendas las podemos pensar como regalos que también nos hablan de la condición popular, su condición de gaucho, de pertenecer al mundo de lo rural por eso el llevar cigarrillos y alcohol. También lo acompañan algunas flores y objetos, como por ejemplo, cascos petroleros, que nos hablan de una relación con el mundo del trabajo. También algunos trofeos que son ejemplos de agradecimiento por la intervención del Gauchito para obtener ese trabajo, premio o trofeo. Lo que se le adjudica al Gauchito es esta capacidad de poder intervenir y mediar en alguna problemática o en alguna necesidad que tengan las personas y poder saciar esta necesidad y por eso luego se ofrece esa ofrenda como agradecimiento a esa intervención”.
A la Virgen y también al Gauchito
Marcelo estaciona su camioneta con baranda estanciera en el santuario que está emplazado a la vera de la Ruta 3 y 26. Se baja y enciende dos cigarrillos; uno para él y otro que deja como ofrenda para el patrono de los humildes. En silencio abre la puerta de la pequeña casita roja donde se encuentra la figura en cerámica y deja el cigarro encendido. Mira, ¿reza?, pide, agradece y luego de unos minutos sigue su camino, no sin antes tocar tres veces la bocina a modo de despedida. Ritual cumplido, protección en ruta asegurada hasta llegar a la estancia donde trabaja.
“Soy católico, siempre uno le pide a Dios, a la Virgen pero por intermedio del Gauchito. Por lo menos lo que yo he pedido siempre me cumplió, entonces siempre cuando paso, toco bocina, le prendo una vela y le prendo un pucho. Le pido por el trabajo, la salud y la familia”, explica Marcelo, quien se acerca al santuario mientras el equipo de ADNSUR toma fotos del lugar.
“¿Qué les pasa a las personas que creen? ¿Por qué creen? ¿Qué sentido tiene esa creencia en su vida cotidiana?”, se pregunta Luciana Lago: “Llevado al caso de Comodoro Rivadavia hay que entender que la diversidad religiosa nos constituye y que parte de la vida democrática es entender que existe la libertad de culto, que la diversidad religiosa tiene que ver con la heterogeneidad poblacional que tiene nuestra ciudad. El desafío es entenderla, comprenderla y respetarla también”.
El Gauchito Gil, la Difunta Correa o –más contemporáneos –Gilda y para algunos el cantante Rodrigo no fueron personas de fe, de hecho la mayoría vivió en la marginalidad religiosa, no son reconocidos por la iglesia católica, pero sí santificados por el pueblo.
La fiesta del Gauchito en Comodoro
La Chacra “Don Guzmán” ubicada en Km 17 es el único lugar de la ciudad donde se celebra oficialmente cada 8 de enero la fiesta del Gauchito Gil. Allí en un altar especial, la familia Guzmán dispuso una figura tallada en madera de 1.50 m de altura que recibe a cientos de personas que se acercan a celebrar, agradecer, pedir y dejar su ofrenda.
Lissett Guzmán es quien está a cargo de la organización de la fiesta que en la última edición reunió a una multitud y también de relatar cómo surge la devoción familiar por este santo.
“Mi papá no era devoto, su creencia comenzó por una situación personal. Su hermano tuvo un accidente en Esquel y él decidió ir a buscarlo junto a un amigo que sí era creyente, pero no se podía pasar porque la ruta estaba muy nevada. Hubo vuelcos y accidentes. Camino a Sarmiento casi vuelcan porque estaba muy peligroso. En la estación de servicio les dijeron que no sigan camino que estaban completamente locos, pero ellos no hicieron caso y siguieron", cuenta Lissett.
“Cuando llegaron al cruce de Río Mayo hay un santuario chiquito del Gauchito Gil. El amigo le dice a mi papá que baje a pedirle que los ayude, se bajan, se sientan como pueden porque estaban pasados de frio, prenden un cigarro para el Gauchito y le piden que por favor los protejan para llegar a Esquel. Cuando deciden continuar viaje la ruta se despejó totalmente, el cielo se aclaró, la nieve en la ruta se derritió y pudieron llegar a Esquel. Y ese fue el momento en el que él dijo acá paso algo o hubo algo más”, cuenta Lissett.
La Chacra Don Guzmán pasó a ser conocida como la chacra donde se celebra la fiesta del Gauchito Gil. “No hay otro lugar en Comodoro, la gente viene deja una ofrenda o solamente se acerca a agradecer y disfrutar de una fiesta totalmente familiar. Recibimos gente de Trelew, Sarmiento, Esquel, Mar del Plata y hasta de Corrientes. Ese día es una fiesta, ves gente celebrando, bailando, se divierten, agradecen y se van totalmente conmovidos y felices”.
Según Luciana Lago, “creer implica vincularse con lo sagrado y no podemos comprobar si lo sagrado existe o no. Son construcciones sociales que sostenemos con otros. Entonces pensar que dejar una ofrenda o sostener durante tantos días una práctica religiosa va a tener incidencia en la vida cotidiana, es una creencia, es una apuesta porque eso suceda. Eso nos habla de regímenes de verdad que no se pueden comprobar porque entran en otro registro. Tenemos que entender y respetar la existencia de estas formas de creencias, que son populares, tienen raíces históricas y merecen nuestro respeto”.