"La Semana del Estudiante", ocho días de juegos, bailes y la inolvidable estudiantina
La “Semana del Estudiante” en la UNPSJB era uno de los eventos más esperados. Eran momentos donde se establecían lazos y se arraigaba la identidad universitaria. Los juegos requerían más del ingenio que de la destreza deportiva y en esta entrega de "Comodoro Aquella vez" te contamos en qué consistían, quiénes participaban y cómo eran las estudiantinas de los viernes.
Los festejos por “La Semana del Estudiante” comenzaron en 1982 y duraron hasta aproximadamente el año 1997, donde iniciaban un viernes y finalizaban al sábado de la siguiente semana. En principio eran solo juegos competitivos, los grupos sumaban puntos, pero no había espacios para compartir otro tipo de momentos. Con el tiempo los juegos se reconvirtieron para hacerlos accesibles a todos, no solo a los que tuvieran alguna especialidad deportiva.
Llegaba septiembre y en el edificio universitario de km4 se respiraba otra energía. Faltaban pocos días para que comenzara “La semana del estudiante”. La cantina se convertía en la base de operaciones de cada grupo. A cada lado del comedor se ubicaban los mesones con los bancos y allí confluían todos, cada uno tenía un sector definido. Había más gente de lo habitual y el murmullo era alto, no se podían distinguir las conversaciones pero todos estaban en plena organización. Por momentos se escuchaban cánticos: “¡Somos los Inmigrantes, los que más, los que más nos divertimos, no tomamos todo el vino…!”, por otro lado sonaba: “¡Aquí vienen los cuscos lanudos, lanudos, lanudos!” y así transcurrían la tardes entre mates y guitarreadas.
La organización
Había una comisión organizadora de juegos que estaba conformada por estudiantes que representaban las diferentes facultades. Quienes se sumaban a la organización lo hacían voluntariamente. También había alumnos del INEF (Instituto Superior Docente Nº 810). Se trabajaba en conjunto con la Dirección de Deportes de la universidad. Esta dirección colaboraba con cuestiones de logística, fiscalizaciones y control de juegos.
Raúl González alías “El Nary” es profesor de Educación Física jubilado y Luis Caneo es docente de taller en escuelas secundarias. Ambos participaron en aquellos festejos como estudiantes y comisión. Llegaron a la entrevista con ADNSUR con una sonrisa dibujada en la cara, no paraban de conversar entre ellos. Estaban otra vez en aquella universidad que de alguna forma los vio crecer como jóvenes y se les despertaron muchos recuerdos.
Los dos hablan del “Gordo Paco”, uno de los principales integrantes de la comisión organizadora que falleció hace unos años. Se caracterizaba por el compromiso que tenía con la semana y el ingenio que le ponía a todos los juegos. Una de sus especialidades eran los de preguntas y respuestas. Los grupos que participaban sabían que Paco los haría pasar por las competencias y prendas más extrañas.
“El 10 de agosto ya nos estábamos juntando un par de veces por semana para ver qué juegos habían funcionado el año anterior y qué juegos podríamos innovar para que sea algo más recreativo”, comentó Luis.
Los grupos
Lo que los caracterizaba de primera mano eran los nombres. La mayoría eran juegos de palabras y doble sentido, algunos de ellos eran:
Masturbanda, Koltrozos del Gate, Los mostros, Los cuscos lanudos, T Q Leo/ 1 K 3, Vinchabolas, Cot's sumare, Inmigrantes de Chotawa, Los poliglotas de Cracovia, Unos o varios, Los Mamijores, The Feke, Telam Boco, Los Esquizos Fortis, Los Top Gansos, Los wuampudos, Los rastas
Todos tenían algo que los caracterizaba: algunos eran ecologistas, había más intelectuales, otros hacían apología a “la fiesta y las bebidas espirituosas”, otros eran deportistas y competitivos, algunos más tramposos, etc.
La conformación de los mismos estaba ligada a una cuestión de afinidad, nada tenía que ver la facultad a la que pertenecían. De hecho había personas que solo “aparecían” para la semana del estudiante. Por lo general unas semanas antes comenzaban a reunirse y a convocar a la gente.
Osvaldo Kuhn y Raimundo Poblet también fueron integrantes de estos legendarios grupos y se sumaron a la entrevista con ADNSUR.
Sentados en una escalinata del patio de la universidad viajaron por el tiempo. Osvaldo traía con él un trofeo que alguna vez ganó su grupo: Cot's sumare. Raimundo traía una sonrisa pícara y disfrutaba de cada recuerdo.
“Nosotros 15 días antes reclutábamos gente que estaba fuera de la universidad. Había muchos que no estudiaban acá. Eran amigos nuestros, éramos una banda. Unos días antes comprábamos el aerosol para hacer las remeras. Mónica Basiloff se encargaba de estamparlas con el logo del grupo”, relató Raimundo que pertenecía a Los Inmigrantes de Chotawa.
Karina Martinez y Mónica Thorp participaron en la década de los 90 en estos festejos, ambas integrantes de “Los inmigrantes de Chotawas”.
“En la previa aparecían por los pasillos de la universidad carteles de grupos que invitaban a participar. Esa semana era después de los parciales y previa a los finales, asique participar era una decisión bastante importante en relación a lo académico”, recordó Karina.
“Era un tiempo esperado porque nos reencontramos con los compañeros. Se transitaba con camaradería y nunca faltaban los amoríos de la semana”, agregó Mónica.
Los juegos
La semana se abría con una peña los viernes, el sábado había un acampe en el Parque Saavedra o el predio conocido como Quincho Supe, allí los estudiantes participaban en diferentes desafíos.
“Se hacía un fogón que empezaba temprano tipo 19 hs. Los juegos de la tarde consistían encontrar una cucaracha, un cascarudo o una tapita de gaseosa, cosas difíciles de encontrar por el lugar. También se aprovechaba la oscuridad y se hacían juegos de luces y sonidos en todo el parque, era una cosa muy divertida”, comentaron Raimundo y Osvaldo.
Había una gran variedad de juegos recuerdan todos. Algunos se hacían al aire libre y otros dentro de la cantina: Cinchada en el barro, partidos de fútbol mixtos donde los jugadores iban atados de sus piernas con las compañeras, vóley tapado, ping pong mixto, etc.
“Uno bizarro fue en la cancha de fútbol, había que dar una vuelta alrededor, iban una chica y un chicos atados por el pie y en cada vuelta tenían que tomar un vaso de sangría. Imagínense lo que fue”, recordó Osvaldo
En la cantina se hacían muchos juegos sorpresa y de ingenio y Karina recordó: “Estábamos en la mitad de un baile, de los que se hacían diariamente en el comedor y de golpe se paraba la música y por micrófono anunciaban que el grupo que tuviera la tira de ropa más larga ganaba y allí salían todos a poner hasta las medias”
Los bailes
Durante todos los días se improvisaban bailes en la cantina entre juego y juego. Un llamado que recuerdan es: “anga anga, anga queremos pachanga “y allí entraba el DJ Saldivia con algún tema de Pocho La pantera o algún clásico del momento. Esos bailes podían durar hasta las 4 am, aunque al otro día muchos tuvieran que trabajar.
Luego llegaba el baile del sábado que era de disfraces. Ese baile era muy convocante. Todos debían concurrir disfrazados y allí se comunicaba cual era grupo ganador de la semana y se entregaba el trofeo.
La estudiantina
Se le llamaba estudiantina a las actividades que se desarrollaban el último viernes en el aula magna. Presentaciones teatrales, sketchs cómicos, todos guionados por los grupos. La temática era secreta y era una de las acciones que más puntos sumaba en la competencia general. Hay algunas presentaciones que aún quedan en los recuerdos de los participantes:
“Había dos o tres grupos que todos los años tenían una creatividad impresionante, entretenían mucho, no daban ganas de que terminen las actuaciones. La que más me quedó grabada fue la de los “Vinchabolas”, esa que hicieron con Diego Demarie pintado de dorado: la entrega de los Oscars”, recordó Luis.
En 1997 aproximadamente hubo un accidente en uno de los pisos durante los festejos de la semana del estudiante y eso fue uno de los motivos porque lo que ya no se permitieron estos grandes festejos, comentó Karina Martinez.
Pasaron los años y “la semana del estudiante” quedó grabada en el ADN de los que fueron alumnos en aquellas décadas. Esa semana a muchos le dio la posibilidad de conocer amigos, divertirse y descubrir el poder de organización e ingenio que había dentro de cada uno. La casa de altos estudios no solo brindaba conocimiento sino también la posibilidad de sentirse parte de algo.
Así recordó Jorge “Gallego” López aquellos días: “La semana del estudiante fue la unión más embrionaria, un asociación ilícita civil de culto a la amistad, el movimiento de resistencia estudiantil más imponente de niños que se niegan a ser adultos. No existirían mis hijas sin la semana del estudiante. Un tributo a fiesta”.